Bucarest, gala de caridad de Halloween en el Palacio del Parlamento, antigua "Casa del Pueblo".

Las dos caras del capitalismo europeo

Hoy impera en todo el continente la economía de mercado. Pero ¿es igual en todos los lugares? En el Este, los capitalistas han prosperado a partir del feudalismo postcomunista y han creado un sistema muy concreto.

Publicado en 23 noviembre 2010 a las 04:41
Alyssa Cwanger  | Bucarest, gala de caridad de Halloween en el Palacio del Parlamento, antigua "Casa del Pueblo".

"Nos hemos bloqueado en algún punto en medio de la transición desde la economía planificada hacia la economía de mercado. Hemos creado un híbrido de estos dos sistemas", declaraba el ex presidente ruso Boris Yeltsin hace unos años. ¿Qué tipo de capitalismo construimos en Rumanía y en general en el Este de Europa y en qué se diferencia con respecto al capitalismo occidental?

En primer lugar, en Rumanía, como en cualquier lugar de la región, tenemos que lidiar con un "capitalismo sin capitalistas", tal y como señalaban Gil Eyal, Ivan Szelenyiy Eleanor R. Townsleyen una obra conjunta.

Tras la caída de los regímenes comunistas, tuvimos que construir un capitalismo sin una clase de propietarios y poseedores del capital que pudiera adoptar la función que tuvo la burguesía cuando nació el capitalismo.

Eso sí, nuestros capitalistas surgieron como champiñones y los nuevos ricos aparecieron de la noche a la mañana. Pero entre los capitalistas occidentales y nuestros capitalistas surgidos de la nada existe una diferencia nítida.

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El capitalismo de Europa Oriental recuerda al comunismo

La circunstancia que permitió el surgimiento y el desarrollo del capitalismo fue la victoria que logró la burguesía en la legitimación de su capital económico-financiero, ante el capital social que poseía exclusivamente la aristocracia. En el feudalismo, los privilegios y el rango atraían el capital económico; en el capitalismo, la fórmula se invirtió y el dinero se convirtió en el origen de la posición social, los privilegios y el poder.

En Europa Oriental y en Rumanía en especial, nuestros capitalistas se han aprovechado de su capital social para obtener capital económico. Los tecnócratas del antiguo régimen, cercanos de un modo u otro a las estructuras de poder estatales, utilizaron su red social para obtener fábricas, contratos y otros bienes que rápidamente contribuyeron a la aparición de los capitalistas autóctonos.

El predominio del capital social es un rasgo específico del feudalismo, pero también del comunismo de Europa del Este, donde el capital político tan sólo era una variante del capital social. Desde esta perspectiva, nuestro capitalismo es pre-moderno, ya que obedece a normas feudales. La lógica institucional está y seguirá estando subordinada a la lógica relacional, y las instituciones se han convertido en organismos kafkianos al servicio de los favoritismos.

Un sueño roto

Otra particularidad del capitalismo de Europa del Este es el hecho de que no es resultado de una evolución orgánica, sino que es producto de un proyecto. Desde este punto de vista, es parecido al comunismo: contiene todos los elementos de ingeniería social, entre los que se encuentran las tentaciones utópicas y la justificación del presente invocando al futuro. Nuestro capitalismo se ha forjado sobre la reestructuración fundamental de las instituciones económicas de arriba a abajo, al contrario que su equivalente de Europa Occidental.

En los últimos diez años, la utopía que tarda en cumplirse y las heridas sociales generadas por los esfuerzos para construir el capitalismo han contribuido a que merme considerablemente la confianza de la población local en la economía de mercado.

En Hungría, por ejemplo, la confianza en el capitalismo pasó del 80% en 1991 al 46% en 2009, en Bulgaria, del 73 al 53%, en Lituania, del 76 al 50%. Esta caída vertiginosa ha transformado a Europa Oriental en una de las regiones en las que el nivel de simpatía con respecto a la economía de mercado es más bajo: en 2007, antes de la crisis económica, este nivel llegaba al 56%, sólo un uno por ciento más que en América Latina, (55%), muy lejos del nivel de África (75%), de Asia (72%), de Norteamérica (70%) o de Europa Occidental (69%).

¿Se trata de capitalismo "auténtico"?

De hecho, la pregunta que se plantea es si el capitalismo de Europa del Este es una forma degenerada del capitalismo "auténtico", o si se trata simplemente de otro tipo de capitalismo. Sociólogos como Karl Marx o Max Weber pensaban que el capitalismo tenía una sola finalidad. Pero sus teorías se elaboraron antes de que el capitalismo se desarrollara mundialmente.

La historia reciente nos demuestra que existe una multitud de capitalismos: desde el modelo chino, que coexiste sin problemas con un régimen autoritario, hasta el capitalismo estadounidense, pasando por el modelo de Europa del Este. Este último es en sí mismo un concepto que no llega a darse cuenta de la complejidad de los fenómenos que pretende describir. ¿Se puede confundir el capitalismo ruso con el rumano o el checo?

Puede que sea falsa la hipótesis según la cual el capitalismo es incompatible con la falta de libertad (el caso de China) o con el domino del capital social en contraposición al capital económico (como en Rumanía). Es posible que el capitalismo no desemboque necesariamente en una democracia, ni que genere necesariamente prosperidad y que pueda coexistir sin problema con sistemas clientelistas o mafiosos.

Después de todo, ¿no podría ser el capitalismo occidental tan sólo una forma específica de un sistema económico al que denominamos genéricamente capitalismo y cuya característica principal no es ni la supremacía del dinero ni el triunfo del institucionalismo sobre el favoritismo, sino simplemente, como decía Al Capone, "la extorsión legítima organizada por la clase dominante"?

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