Por suerte, Heinrich Böll [Premio Nobel de Literatura en 1972] ya no está en este mundo para contemplar este triste espectáculo. Nadie duda de que si hubiera viajado a la Irlanda actual, el autor alemán no se habría enamorado de este país, de esta agradable isla de cuatro millones de habitantes, idilio de pobreza e inspiración para un mundo mejor. Precisamente esta Irlanda es la que atrajo el turbocapitalismo. Y no le ha sentado nada bien. Heinrich Böll no entendería nada y se daría por vencido.
"Aquí, el orden social europeo ya adoptaba otras formas", escribía en los años cincuenta, durante un viaje a Dublín. Estaba hechizado por sus compañeros de ruta irlandeses y se mostraba como un romántico empedernido. "La pobreza ya no era una'‘vergüenza', ni un honor ni una vergüenza: era, como momento de conciencia social, tan insignificante como la riqueza: las rayas del pantalón habían perdido su contraste".
Estas líneas aparecían en su famoso Diario Irlandés, en el que Böll describe una sociedad honesta, modesta, que se contenta con poco y aún así es feliz; un país que, a pesar del hambre, la emigración y el poder de la Iglesia Católica, había logrado conservar su humanidad.
Un viejo sueño alemán se ha hundido con Irlanda
A mediados de los años cincuenta, el Diario Irlandés apareció también como el retrato opuesto de la dura Alemania de posguerra y del milagro económico con sus nuevos dioses, el Crecimiento, el Consumo y el Capital. Heinrich Böll, el honesto caballero de Colonia e Irlanda, la isla honesta del Norte, estaban hechos para entenderse. Eran los buenos tiempos. La isla de Böll era pobre, pero no estaba en quiebra. Hoy es todo lo contrario.
En las últimas semanas, el antiguo sueño alemán se ha hundido con las finanzas irlandesas. La pequeña isla ocupaba un pequeño lugar aparte en el corazón de los alemanes, algo que raramente les ocurre con otros países.
En las décadas de los 60, 70 y 80, muchos compatriotas habían seguido las huellas de Böll en Irlanda y sentían la misma nostalgia (al menos todos los que no preferían Goa o Ibiza). Irlanda les parecía más pura y más honesta que su patria, los campos allí eran aún fértiles, las fábricas escasas y la riqueza aún no había corrompido a los hombres. No había un sueño mejor, se decían los alemanes, ensalzando los beneficios del retraso.
Los irlandeses maldecían su pobreza
Llegaban a olvidar que, por su parte, los irlandeses maldecían su pobreza. Se trataba de defender su derecho a soñar con otra vida, aunque para ello fuera necesario luchar contra la realidad. Todavía hoy, las cifras de las Oficina de Turismo irlandés demuestran que los alemanes son los más fieles visitantes de la isla.
"El orden social europeo" sin duda ha adoptado "otras formas", aunque no sean las que tanto anhelaba Böll. Desde hace varias semanas, esta pequeña isla tiene en vilo a todo el continente, amenazando al euro y al mismo tiempo al pilar de la comunidad europea. ¿Cómo ha podido el país más atrasado de Europa transformarse tan rápido en una auténtica casa de juegos, en paraíso de los tiburones inmobiliarios, de los bancos de inversión y otras plagas financieras?
Hasta el final de la década de los 80, la Edad Media había encontrado su último refugio en Irlanda, al margen de las luces del continente. Durante decenas de años, la Iglesia Católica había defendido su fortaleza celta contra los asaltos de la modernidad. Sin embargo, a comienzos de los años 90, con la caída del Telón de Acero y los inicios de la globalización, la Iglesia también tuvo que ceder ante los nuevos amos.
Así, al catolicismo le sucedió el reino del capitalismo. En nada de tiempo, la virtuosa Irlanda se transformó en burdel, en el lugar al que se venía a hacer lo que nadie osaba hacer en casa. Esta nueva situación parecía ser una bendición para Irlanda.
Tantos excesos como en Europa del Este
La isla bullía de actividad y los miles de millones de ayudas de la UE reforzaban un poco más la ilusión de que los tiempos difíciles habían quedado atrás para siempre. De la noche a la mañana, el pariente pobre de Europa se convirtió en uno de los países más caros. La epidemia de obesidad arrasó rápidamente en la isla, en la que el 30% de las mujeres y casi la mitad de los hombres tiene ahora sobrepeso.
Hasta los años 80, los irlandeses se encontraban entre las poblaciones más delgadas de Europa. Actualmente, su contorno de cintura se acerca al de los alemanes. Su crecimiento ha sido desmesurado.
Al igual que en otros lugares en los que los hombres han intentado luchar contra la evolución natural, la modernidad llegó en Irlanda como un torrente irrefrenable. En este sentido, los hombres que acaban de liberarse se parecen mucho a los hombres que acaban de enriquecerse. No es sorprendente que el capitalismo haya dado lugar en Irlanda a los mismos excesos que en los países esclavizados durante tanto tiempo en Europa del Este.
Aunque se hayan creado nuevas empresas sólidas en la isla, los dirigentes políticos se han apoyado demasiado en la nueva industria financiera, que ha sido el secreto de su éxito. Por primera vez en su historia, este sector mágico les aportaba riqueza y prosperidad. El tigre celta ahora parece un gatito agotado, huraño y cojo. Los alemanes deberían cuidarle y seguir visitando a este niño enfermo. "Esta Irlanda existe", había escrito Heinrich Böll en su diario. El que la visite y no la encuentre, no podrá pretender repararla en nombre del autor.
Crisis del euro
Europa presa de su visión a corto plazo
"La crisis de la deuda divide a Europa" titula Trouw: los Veintisiete tienen dificultades para llegar a un acuerdo sobre los medios de dar una respuesta a medio y largo plazo a la crisis de la deuda. Los ministros de Economía, [reunidos el 6 y el 7 de diciembre en Bruselas](http:// http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cms_data/docs/pressdata/en/ecofin/118266.pdf), debían estudiar las medidas para impedir que la crisis se extienda por la Península Ibérica. El diario explica que las conversaciones han tropezado en particular con el rechazo por parte de Alemania y Países Bajos de aumentar la dotación del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera (MEEF), exigida por el Fondo Monetario Internacional. También han rechazado la idea presentada por Luxemburgo e Italia de crear una agencia europea de la deuda que plantearía la introducción de obligaciones del Estado europeas (eurobonds).