Gobernamos el mundo. Bill Clinton con Michael Jackson y Diana Ross, cantando 'We are the world', Washington, 17 de enero de 1993 (AFP)

...Y el pop ganó la guerra (cultural)

El suceso a escala planetaria que ha supuesto la muerte de Michael Jackson tiene menos que ver con el significado cultural de "un extraordinario showman" que con el hecho de que el pop haya ganado por fin la guerra cultural de los años 60, defiende Daniel Finkelstein en The Times.

Publicado en 2 julio 2009 a las 15:12
Gobernamos el mundo. Bill Clinton con Michael Jackson y Diana Ross, cantando 'We are the world', Washington, 17 de enero de 1993 (AFP)

De Michael Jackson se puede afirmar sin ningún género de dudas que fue un artista extraordinario, dotado de un talento sensacional. Lo que no está tan claro es que fuese un pionero de la historia del rock y del pop. Al contrario de lo que afirman algunos, no fue la primera estrella negra en atraer a un público de masas blanco, y si no pensemos en Diana Ross y las Supremes. Por lo que de verdad destaca Jackson es por algo mucho más prosaico: la cantidad de discos que ha vendido, más que cualquier otro artista. En mi opinión, Jackson fue un magnífico artista pero su carrera no ha cambiado el rumbo de la historia del pop.

Lo interesante de este argumento es que da pie a cuestiones más importantes. ¿Cómo se explica, a la vista de lo anterior, el enorme impacto que ha tenido la muerte de Jackson, una noticia que ha llenado las páginas de periódicos serios y no tan serios? ¿Por qué ha suscitado más interés que los fallecimientos de Elvis o de John Lennon, dos figuras de muchísima más relevancia cultural?

No es que los periódicos se hayan equivocado al valorar a Michael Jackson. La respuesta es que, en los casi treinta años que han transcurrido desde la muerte de Lennon, la sociedad ha cambiado radicalmente. La guerra cultural que la ha sacudido durante cincuenta años ha terminado y la cultura popular se ha adjudicado la victoria.

Tradicionalmente la política se contempla a través del prisma de las clases. Según esta visión, un líder político sería el representante de una clase social determinada. Pero existe otra forma de entender la política: a la luz de la edad, un factor clave de la historia política de los últimos 50 años. La lucha de clases y la brecha generacional han ido de la mano.

Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

La brecha generacional surgió por primera vez a principios de los años 60 como consecuencia del incremento de la esperanza de vida, al menos esa es la explicación que se daba. Los supervivientes de la guerra de secesión estadounidense vivían hasta los 50, los de la segunda guerra mundial, hasta los 65. El alargamiento de la vida trajo consigo la aparición de la adolescencia, una nueva etapa entre la infancia y la edad adulta. El distanciamiento entre los jóvenes de entonces y sus padres, una realidad evidente en los años 60, se veía como un hecho natural que se repetiría generación tras generación.

Sin embargo, no fue así. Como cuenta Ian MacDonald en Revolución en la mente, un libro dedicado a los Beatles, los hijos siempre discuten con sus padres, de acuerdo, pero la brecha generacional de los años 60 fue un hecho único, un fenómeno que separó a aquellos que se quedaron anclados en los años anteriores a la década de los 60 y a los que tomaron por referente aquellos años y los siguientes.

Los años 60 y su espíritu desataron una lucha política que tuvo continuidad en las décadas posteriores. En la propia década de los 60, la lucha fue violenta, aunque los jóvenes agitadores de aquella generación abandonaron en su mayoría la violencia a medida que fueron creciendo. Llegados a adultos trasladaron los valores progresistas, las ideas igualitarias, la sensibilidad pop, la voluntad democrática y el gusto por lo popular a la cultura dominante. Se convirtieron en médicos, ministros y funcionarios, y transformaron la élite social desde dentro.

La labor de políticos como Tony Blair o Bill Clinton no se puede entender desde la política de clases sociales, pero cobra sentido si tenemos en cuenta el choque generacional. Blair y Clinton fueron los primeros representantes de la generación posterior a los años 60 en acceder a lo más alto; con ellos llegaron cambios sociales importantes. Podemos interpretar las tribulaciones de Clinton como la lucha encarnizada de un hombre político de su generación contra los enemigos de todo lo que significaron los años 60.

El conflicto toca a su fin. Las ideas más disparatadas de los movimientos de izquierdas surgidos en los años 60 se han desvanecido. Las generaciones anteriores a la brecha también desaparecen irremediablemente. El hecho de que un simple artista como Michael Jackson se convierta en noticia para gente de clases y razas distintas, y procedentes de círculos tan dispares, es una muestra de que la guerra cultural ha terminado. Ahora a todos nos gusta el pop. Ya lo cantaba Lennon, "war is over".

Tags
¿Te ha gustado este artículo? Nos alegra mucho. Se encuentra disponible para todos nuestros lectores, ya que consideramos que el derecho a la información libre e independiente es esencial para la democracia. No obstante, este derecho no está garantizado para siempre, y la independencia tiene su precio. Necesitamos tu apoyo para seguir publicando nuestras noticias independientes y multilingües para todos los europeos. ¡Descubre nuestras ofertas de suscripción y sus ventajas exclusivas y hazte miembro de nuestra comunidad desde ahora!

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya el periodismo europeo independiente

La democracia europea necesita prensa independiente. Voxeurop te necesita a ti. ¡Únete a nosotros!

Sobre el mismo tema