Por qué no tenemos necesidad de un ejército europeo

Propuesta por Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, el proyecto responde más a imperativos presupuestarios que a una verdadera necesidad política. Y las divisiones entre los países miembros no contribuyen a su eficacia, considera la publicación Polityka.

Publicado en 30 marzo 2015 a las 22:06

Cuando se habla de política de Defensa, los europeos se dividen a grandes rasgos en atlánticos y gaullistas. Los primeros consideran que el Viejo Continente no puede defenderse sin los Estados Unidos, pues la creación de un ejército europeo autónomo comprometería, de forma paradójica, nuestra seguridad, ya que este restaría importancia a la OTAN. Los gaullistas (por el nombre del antiguo presidente francés Charles de Gaulle) consideran que la hegemonía de EE.UU. dentro de la OTAN es nefasta para Europa, ya que impone una perspectiva geopolítica estadounidense. Es por esta razón que Francia se retiró del mando integrado de la OTAN durante 40 años.

A pesar de que se menciona un ejército europeo común en todos los tratados comunitarios, este ha quedado en nada porque los atlánticos han dominado en el debate sobre la seguridad europea. La idea de que la alianza con los EE.UU. era la más importante ha prevalecido siempre, lo que ha permitido a Washington desplegar su paraguas nuclear en Europa. Como consecuencia, el Viejo Continente se vio afectado por un letargo militar, sobre todo tras la caída de la Unión Soviética.

Rumbo a la integración

Desde un punto de vista militar, la integración parece ser la vía natural para Europa. Los países europeos miembros de la OTAN gastan cada año casi 200.000 millones de euros en sus propios ejércitos, tres veces más que Rusia, que ha duplicado su gasto militar en los últimos años. Sin embargo, este fuerte gasto no se corresponde con un material de buena calidad. Hagamos una sencilla observación: Europa utiliza nueve modelos de aviones de caza y asalto, mientras que EE.UU. utiliza cuatro; las fuerzas navales europeas están formadas por 16 modelos de fragatas diferentes, mientras que la Armada Estadounidense está formada por una.

Tal diversidad de material militar es sinónimo de importantes costes a la hora de la construcción, el desarrollo de proyectos y el mantenimiento, sin hablar de los problemas de cooperación en caso de guerra.

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Christian Mölling, del Instituto de Relaciones Internacionales y Seguridad (SWP) alemán, considera que los europeos no quieren afrontar esta verdad. Por un lado, quieren creer que son militarmente independientes, y por otro, son incapaces de autodefenderse, ya que no tienen los medios necesarios.

Buscando a cualquier precio ser independientes, los europeos no quieren cooperar más, ya sea en el marco de la OTAN o a través de iniciativas europeas. El resultado es que Europa pierde su importancia a nivel militar, lo que profundiza aún más su interdependencia. Así, según los partidarios de este punto de vista, la llamada de Juncker debe suponer una sacudida que anime a actuar a los europeos.

Los adversarios de tal visión hablan de una nueva tentativa de “aceleración” de la integración europea, que ha perdido su dinámica durante la crisis económica. Según Charles Grant, del Centre for European Reform, se trata de un método, utilizado ya varias veces, que rompería con la apatía al buscar una salida hacia delante.

La historia del ejército europeo empieza a recordar a la del euro: antes de su introducción en 1999, numerosos detractores previeron que la moneda única no podría funcionar sin una única política económica en la UE. Los partidarios del euro replicaron: será el euro el que conduzca a la aparición de tal gigante económico. Teniendo en cuenta lo que ha ocurrido en los últimos años y la situación económica en los países del sur de la Unión, se debe reconocer que son los escépticos los que tenían razón, pues el euro no ha permitido una “salida hacia delante”, más bien al contrario, ha debilitado la unidad de Europa. Una situación similar se puede esperar si se escoge la opción de una integración militar.

¿Morir por Gibraltar?

Las preguntas son muchas. ¿Qué bando elegiría un ejército europeo si España entra en conflicto con Gran Bretaña por la disputa de Gibraltar?¿Qué ocurriría si Argentina invadiese las Islas Malvinas?¿Europa tendría la obligación de ayudar a Francia para solucionar sus asuntos en Mali?¿Qué ocurre al ser Turquía parte de la OTAN, pero no de la Unión?¿Qué harían Estados oficialmente neutros como Austria o Suecia?¿Cuáles serían las relaciones entre la Europa militar y los Estados Unidos o la OTAN?

Jonathan Eyal, del Royal United Service Institute británico, considera que la propuesta de Juncker es incluso peligrosa para Europa, pues lanza una señal a Moscú de que existe cierta tensión entre el Viejo Continente y Estados Unidos. Esto permite al Kremlin percibir una fractura entre los aliados occidentales.

La cuestión esencial es la siguiente: ¿cómo se imagina Juncker el mandato de este ejército sin una política exterior común?¿Las decisiones tácticas de este ejército serían debatidas en el Parlamento Europeo como proponen los Verdes alemanes? La cuestión se haría todavía más relevante al tratarse de decisiones fundamentales para la existencia de ciertos Estados. En el caso del euro, los gobiernos se han puesto de acuerdo para transmitir una parte de su soberanía a cambio de ventajas concretas como el acceso al mercado común.

La diferencia más crucial radica en que las decisiones económicas comunitarias no son tan urgentes, y que aquellas consideradas como erróneas pueden ser puestas en entredicho. El mandato de un ejército europeo no permite esto, sobre todo en caso de conflicto armado. El comandante de este ejército sería entonces algo así como el líder del continente.

Sin embargo, todas estas cuestiones estratégicas tienen una dimensión académica si se considera que el objetivo de Juncker de crear un ejército europeo no es el de afianzar la seguridad de la Unión, sino el de sanear las finanzas públicas de los Estados miembros. Su portavoz ha explicado, después de la entrevista desde ya histórica de su jefe, que esta fuerza militar permitiría economizar cerca de 120.000 millones de euros al año. La propuesta del presidente de la Comisión es tan poco realista políticamente que las motivaciones presupuestarias ganan en seguida credibilidad. Es difícil decir ante esto cuál de las dos opciones es peor para Europa.

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