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Wawel castle, Krakow.

La larga lucha de Cracovia contra la polución

Los polacos han calentado históricamente sus casas con el carbón y la madera. La reciente prohibición de estas fuentes de energía tendrá repercusiones sin precedentes en la salud y la economía, informa The Guardian. VoxEurop se une a la campaña lanzada por el diario británico en el período previo a la conferencia COP21 de diciembre sobre el medio ambiente.

Publicado en 8 junio 2015 a las 16:21
Grzegorz Bednarczyk/Flickr  | Wawel castle, Krakow.

Con un bigote bien recortado y bata blanca de médico, el doctor Krzysztof Czarnobilski, jefe de medicina interna y de atención geriátrica en el hospital MSWiA de Cracovia, habla con nerviosismo. Su mensaje, sin embargo, no podía ser más claro. El aire sucio en la más pintoresca ciudad de Polonia está haciendo enfermar a sus pacientes ancianos, acortando su vida y aumentando su aislamiento. El hospital donde trabaja Czarnobilski, especializado en la atención a personas mayores, es un edificio de hormigón de color amarillo a un corto trayecto en tranvía desde centro medieval de Cracovia.
En los días de invierno, cuando las nubes de hollín negro se ciernen sobre la ciudad, Czarnobilski afirma que las "ambulancias hacen cola aquí en esta calle". Los médicos luchan para responder a las prisas de los pacientes, pues llegan a doblarse el número habitual de casos de neumonía, los casos de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares se disparan, y las personas con problemas respiratorios se hacen notar.

Al igual que otros médicos de Cracovia, en días como estos Czarnobilski se encuentra en la incómoda posición de aconsejar a los pacientes que eviten el ejercicio y permanezcan en el interior, una receta que a las personas mayores es, en el mejor de los casos puro aislamiento, y en el peor una receta mortal.

Cracovia, una ciudad elegante salpicada con los restos de su historia como capital real de Polonia, sufre el aire más sucio en un país plagado por la contaminación severa. Gran parte de ella se crea por la quema generalizada de carbón barato en cocinas de casas viejas, produciendo humo lleno de sustancias cancerígenas como las dioxínas y el benzo(a)pireno. Los coches que obstruyen las vías de Cracovia y las plantas eléctricas de carbón cercanas se suman al problema.

Una ley invalidada
Los niveles de pequeñas partículas contaminantes que penetran profundamente en el cuerpo humano llegan a superar seis veces los niveles de seguridad en Cracovia. El benzo(a)pireno puede superar ocho veces el máximo recomendado, según el grupo activista de Cracovia Smog Alarm.

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Pero la ciudad está tratando de cambiar esto. Clasificada por la Unión Europea como la tercera ciudad con el aire más sucio de Europa, superada sólo por Pernik y Plovdiv en Bulgaria, Cracovia se ha convertido en la primera en Polonia que aprueba la prohibición de la utilización de combustibles sólidos como el carbón y leña para la calefacción del hogar.

Programada para entrar en vigor en 2018, la nueva ley fue invalidada el año pasado por un tribunal regional - pero permanece en los libros hasta que se decida una apelación sobre la misma. Mientras tanto los políticos nacionales, con el respaldo del Gobierno conservador de Polonia, están tratando de eludir la decisión con un proyecto de ley que daría a las autoridades regionales en todo el país el poder de regular el carbón, los vehículos y otras fuentes de contaminación.

Con 100 millones de euros de Bruselas, de Varsovia y de la autoridades regionales, los funcionarios de Cracovia también están actuando con incentivos financieros destinados para conseguir que los residentes de la ciudad desechen sus viejas estufas de carbón a favor del gas, la electricidad o una conexión al sistema de calefacción del distrito de Cracovia, que lleva la calefacción a los usuarios a partir de grandes calderas centrales.

Con una estimación de 30.000 calderas de carbón distribuidas por Cracovia, el cambio no será fácil ni barato. El combustible que algunos llaman "el oro de Polonia" está incrustado en la cultura y la historia del país, aportando casi el 90% de su electricidad y dando a los polacos una sensación de libertad respecto a su vecino temido Vladimir Putin y sus gasoductos. Y para los usuarios, por lo menos, es mucho menos caro que las alternativas.
"El problema no es el carbón"
En el almacén de carbón de Grzegorz Rumin, al lado de una vía férrea en el extremo sur de Cracovia, el negro carbón se apila en grandes montones, abiertos y el aire está cargado de polvo. Cada 10 minutos más o menos, un cliente llega, y Rumin o uno de sus trabajadores utiliza una pala de camión para volcar el carbón en un remolque abierto, o a paladas en sacos. Rumin, un hombre delgado con botas de trabajo y una sudadera con capucha azul desgastada, dice que las ventas han bajado desde que entró en el negocio en 1998, cuando las escuelas, otras grandes instituciones y muchos más hogares utilizaban el carbón para el calor.

En aquel entonces, dice, a veces vendía 100 toneladas al día. Ahora "el mejor día es de 20, 20 y tantas" toneladas. De hecho, sólo el 7% de los hogares de Cracovia actualmente utilizan carbón, según el Instituto de Cracovia para la Energía Sostenible). El número se ha reducido en los últimos años y es, en proporción, mucho más bajo que en otros lugares en Polonia. Pero la densidad de población de Cracovia y su ubicación en un valle significan que su aire, al menos oficialmente, es el peor del país. Muchos sospechan que la contaminación es aún mayor en las ciudades pequeñas que carecen de equipo de monitoreo sofisticado.

Rumin alterna entre la furia y la desesperación cuando el tema de la prohibición aparece. Su negocio se cerrará si la ley sale adelante. Los funcionarios locales, piensa, han diagnosticado erróneamente el problema y tienen sus prioridades al revés. "Mira a París, por ejemplo", dice. "¿Qué es lo que utilizan para la calefacción? ¿Ellos también usan el carbón? Creo que no, pero también tienen polución. No se trata del carbón".
Un cambio no lo suficientemente rápido
En una oficina soleada cerca de la plaza central de Cracovia, Anna Dworakowska y un puñado de sus colegas proporcionan el empuje que tanto partidarios como contrarios están de acuerdo en que impulsó a los legisladores para aprobar la prohibición innovadora de Cracovia. El grupo de Dworakowska, Cracovia Smog Alarm, reunió 17.500 firmas en 2013 y colocó vallas publicitarias y carteles por la ciudad con consignas como: "Ya tengo asma, no necesito el cáncer."

Su causa se ha convertido ahora en moda; incluso el Gobierno pro-carbón de Polonia está apuntando al uso doméstico - tal vez porque es más fácil que enfrentarse a las grandes compañías eléctricas por las emisiones de sus centrales de carbón.

Antes de la campaña, declara Dworakowska, los "medios escribían quizás tres artículos sobre la contaminación del aire en el comienzo de la temporada de calefacción. Pero hemos tenido más de 1.000 artículos de prensa, es el tema principal, todo el mundo habla de ello. Creo que eso es algo que definitivamente hemos cambiado".

Para el doctor Czarnobilski en el hospital MSWiA, el cambio no es lo suficientemente rápido. Sus pacientes, dice, a menudo responden con rabia cuando les insta a permanecer en el interior del edificio.

"Su depresión comienza a ser más y más profunda. Si un paciente anciano se queda en casa y no se mueve ", dice,"¿qué es lo que queda? quedarse en la cama y finalmente morir".

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