Ideas Golpe a la democracia en Turquía

¿Debería Europa seguir apoyando a Erdoğan?

La feroz represión iniciada por el Gobierno contra los seguidores del supuesto incitador del fallido golpe de Estado del pasado mes de julio está convirtiendo Turquía en un régimen autoritario. Los dirigentes europeos deberían dejar de apoyar al presidente turco, empezando por el muy complaciente ministro de asuntos extranjeros sueco Carl Bildt, estima un universitario turco radicado en Suecia.

Publicado en 21 noviembre 2016 a las 17:15

“¿Bruselas está dormida, o es simplemente ignorante?”, preguntaba el antiguo primer ministro y actual primer ministro de asuntos extranjeros sueco Carl Bildt en un artículo de opinión que apareció en Politico Europe, en el que criticaba la “respuesta tibia” al fallido golpe de Estado del 15 de julio en Turquía. “Europa tardó en condenar los eventos”, escribió también Bildt. Al contrario, “Los dirigentes europeos han empezado a interrogarse acerca de las medidas adoptadas por las autoridades turcas para sacar del poder a todos los individuos supuestos de estar ligados al movimiento de Gülen” – un otrora cercano del AKP, el partido en el poder en Turquía, y hoy enfrentado con éste último.

Para Bildt, “no hay duda acerca de que Turquía tuviera el derecho – y de hecho, el deber – de tomar medidas para protegerse contra las fuerzas que tratan de debilitar su orden constitucional”. Por supuesto, “hay un grave riesgo de que estas medidas vayan demasiado lejos”, pero el Consejo de Europa y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos podría expresarse sobre el asunto cuando las cosas se hayan calmado. En todo caso, “es difícil saber en este momento si el Gobierno hace una limpia demasiado grande o una que no es suficiente, pero en los dos casos, los abusos traerán consigo nuevos problemas.”

Esa es igualmente la idea de fondo de un informe publicado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (CERE) del que Carl Bildt es copresidente. Firmado por Aslı Aydıntaşbaş y calificado por Bildt como “de lejos lo mejor que se puede leer acerca del movimiento gülenista y sobre su peligroso rol en Turquía”, el informe retoma la versión oficial y afirma que el golpe de estado fue obra de oficiales gülenistas – cerrando los ojos ante las numerosas incoherencias (incluso contradicciones) en las declaraciones de los golpistas detenidos y en la crónica del evento. Estas habían conducido a varios observadores a estimar que lo que había pasado esa noche había sido más complejo de lo que el Gobierno del AKP nos quiere hacer creer. Para ser honesto, el informe menciona la “represión masiva” en su conclusión, atribuyéndola a “investigadores demasiado afanosos”, y parece inquietarse más por la amenaza que eso representa a la imagen del presidente Recep Tayyp Erdoğan “dentro y fuera del país”, en vez de a sus verdaderas víctimas. [Nota de la redacción: la autora concluye afirmando que “la represión que siguió al fallido golpe de Estado, tiene pinta de un golpe de Estado por sí misma.”]

¿Cómo podemos descifrar ésta repentina “Erdoğanofilia”, y por más que sepamos, espontánea (el artículo de Bildt citado más arriba se intitula “Europa, defiende a Erdoğan”, no a Turquía ni a la democracia)?

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¿Se trata de una simple demostración de solidaridad de parte de otro político conservador cuya carrera también tiene momentos controversiales – un diplomático que, cuando era el representante especial de la UE en la exYugoslavia, “detuvo los bombardeos aéreos que hubieran podido evitar la masacre de 6.000 personas en Srebrenica”, como lo afirman los documentos desclasificados publicados por la Librería presidencial Bill Clinton; un ministro de Asuntos Extranjeros que ha sido interrogado por la Comisión Constitucional del Riksdag, el Parlamento sueco bajo su pertenencia al Consejo de Administración de Vostok Nafta, una empresa de inversión con intereses en la sociedad rusa Gazprom (Bildt se fue de la sociedad dos meses después de haber sido nombrado Jefe de la Diplomacia); un ministro de Asuntos Extranjeros que de igual manera ha sido parte del Consejo de Administración de Lundin Petroleum, una empresa petrolera acusada en 2010 por un informe de la Coalición Europea del Petróleo en Sudán así como de otras ONG y organizaciones de derechos humanos de complicidad de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad?

¿O bien se trata de un eurócrata de la vieja guardia, tal vez un francotirador romántico que desea defender “el ideal político y los valores democráticos” de Europa, que según él no reflejan la respuesta de la UE al golpe de estado fallido en Turquía? ¿Cree él verdaderamente que una alianza más estrecha con Turquía podría mejorar las perspectivas democráticas en ese país?

¿Se trata de una preocupación real o de una pasión democrática, porque nuestro francotirador ha asistido sin protestar a la rapidísima transformación de Turquía en verdadera dictadura durante los tres meses y medio que siguieron al fallido golpe de Estado? ¿Él piensa que las medidas tomadas por el Gobierno todavía no han ido lo suficientemente lejos? ¿La estrechez de las redes es todavía tanta como para ameritar solo un tuit crítico?

¿O tal vez él está demasiado ocupado corriendo por el mundo como para seguir le relampagueante evolución de la situación política en Turquía? Si ese es el caso, le haremos un favor resumiendo los eventos de las semanas recientes – un informe más exhaustivo de la represión posterior al golpe de estado fallido sería tan largo como una novela:

A través de dos nuevos decretos urgentes publicados el 29 de octubre, 10.158 funcionarios perdieron su empleo de un día para otro, además de los 100.000 que ya han sido despedidos o suspendidos por motivo de su pertenencia o simpatía con la red de Gülen, el PKK kurdo, u otras organizaciones de izquierda. Otros 37.000 han sido detenidos por razones similares desde el 15 de julio.

Esos mismos decretos han despedido a 1.267 investigadores y universitarios, lo que porta el número total a más de 2.000 (¡el número exacto es desconocido!). Entre ellos figuran varios miembros de los “Universitarios por la Paz”, que firmaron una petición pidiendo el fin de las hostilidades en el sureste de Turquía. Según la ONG Scholar Rescue Fund basada en Nueva York, ha habido un aumento “sin precedentes” en las demandas de asistencia provenientes de Turquía – 65 demandas de financiación desde el 15 de julio. Los decretos del 29 de octubre también han abolido las elecciones rectorales y han acordado el presidente Erdoğan el derecho de nombrar directamente a los presidentes de las universidades.

Quince medios de comunicación fueron cerrados, todavía por los mismos decretos, incluido Jinha, una agencia de prensa en la que solo trabajaban mujeres. En total, 168 medios de comunicación han sido cerrados y unos 100 periodistas detenidos desde el 15 de julio, lo que hace subir el número de periodistas en prisión a 144, o sea más que en Rusía, China e Irak juntos, como lo hace notar P24, une plataforma de periodismo independiente, y varios observadores más.Según www.engelliweb.com, a principios de noviembre el acceso a 114.264 sitios web estaba bloqueado. Turquía está igualmente a la cabeza de las clasificaciones de la censura en twitter: contando solo la primera mitad de 2015, o sea antes del fallido golpe de Estado, 72% de las 1.003 demandas de borrado de contenidos de la parte de los tribunales y de agencias gubernamentales provienen de Turquía. Rusia sigue con 7% de las demandas.

Los decretos del 29 de octubre ordenaron la grabación de conversaciones entre los abogados y las personas detenidas, y su eventual puesta a disposición para los procuradores. Decretos anteriores han elevado de 4 a 30 días la duración máxima de detención sin revisión judicial. A los detenidos se les puede negar el acceso a un abogado hasta por 5 días. Los decretos también permiten a las autoridades anular o confiscar los pasaportes de las personas que se encuentran bajo investigación, así como los pasaportes de sus esposas o parejas.

Un informe de Human Rights Watch (HRW) publicado el 24 de octubre documenta 13 presuntos casos de abuso, incluyendo privación del sueño, palizas, abusos sexuales y amenazas de violación, desde el fallido golpe de estado, revelando así la manera en la que el estado de urgencia afecta negativamente los derechos y las condiciones de detención de las personas arrestadas desde el 15 de julio. En reacción, el Ministerio de Justicia y el de Interior han publicado un comunicado conjunto acusando a HRW de estar “bajo la influencia de personas asociadas a la organización terrorista gülenista FETÖ.”

Los alcaldes y los consejos municipales de 27 localidades, la mayor parte en el sureste de mayoría kurda, han sido despedidos y remplazados por personas elegidas por el Gobierno. Las últimas “víctimas” de esas medidas son Gültan Kışanak y Fırat Anlı, los alcaldes de Diyarbakır (la ciudad kurda más importante de Turquía), que fueron arrestados el 31 de octubre.

La represión, o la “red lanzada por el Gobierno”, para utilizar la expresión de Carl Bildt, se ha alargado hasta los diarios de oposición moderados, con el reciente asalto al diario Cumhuriyet y el arresto de 13 de sus periodistas, incluido el redactor en jefe, por “actividad criminal” a favor del movimiento Gülen y del PKK.

Como cada persona que sigue la actualidad en Turquía lo habrá constatado, todo esto no es más que le punta de un inmenso iceberg – pero no es lo suficientemente importante como para llamar la atención de Carl Bildt y de sus colegas del CERE que prefieren limitarse al “punto de vista de Ankara”, como lo recita un artículo de İbrahim Kalın, un consejero del presidente Erdoğan y amigo cercano de Bildt.

Hemos elegido dirigirnos aquí a Carl Bildt, porque él ha sido el primer político de cierta importancia a venir al auxilio de Erdoğan tras el golpe de estado abortado, y el primero en utilizar la palabra clave de “malvados gülenistas” (con los que el CERE cooperaba en 2011) con el “gentil pueblo adorador de la democracia”. Por desgracia, Turquía no era una democracia ni el 14 ni el 16 de julio, y el hecho que entre esas dos fechas, haya habido una sangrienta tentativa de golpe de estado cuyos detalles todavía están rodeados de un aura de misterio – no cambian en nada la realidad.

Por otro lado, el argumento en favor de las relaciones más estrechas entre la UE y Turquía es simplemente engañoso porque: 1) la UE discute con Turquía desde hace dos años cuando eso corresponde a sus intereses, por ejemplo, cuando se trata de detener el flujo de refugiados, sin ningún escrúpulo en cuanto al carácter cada vez más autoritario del régimen; 2) la UE ya no está en medida de dar lecciones, debido a su propio desliz hacia el lado oscuro; 3) Erdoğan ha mostrado en cada ocasión que a él no lo afectan las presiones externas, a las que utiliza para accionar la llama nacionalista.

¿Demasiado pesimista? Seguramente. ¿Hay una fisura en el muro a través de la cual la democracia podría llegar a Turquía – parafraseando la célebre canción de Leonard Cohen? Tal vez, pero no en el futuro cercano.

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