El fin de un mito

Los suecos han gozado durante mucho tiempo de una favorecedora imagen de igualdad, libertad y sencillez. Pero hoy, las críticas a su feminismo por parte de los partidarios de Julian Assange se corresponden con el ambiente oscuro que transmite la trilogía Millenium.

Publicado en 22 febrero 2011 a las 15:34

¿Se está resquebrajando el tópico idílico de las pequeñas casas rojas en los bosques, tan asociadas a Suecia? Es lo que pretenden algunos, a juzgar por las críticas que recibe la ley sueca sobre las violaciones y la actitud de la justicia sueca en el asunto WikiLeaks-Julian Assange. Es lo que ha hecho que, a finales del pasado año, una serie de personajes estadounidenses se dedicaran a exponernos al juicio público, como el realizador de documentales Michael Moore y la feminista Naomi Wolf, y con lo que se ha reflejado una imagen de Suecia como una dictadura feminista y un Estado de derecho poco fiable.

Al echar la vista atrás, nos damos cuenta de que Julian Assange no es el único en dar una imagen de Suecia a la que no estamos muy acostumbrados. Todos los meses, el ministerio de Exteriores analiza la prensa extranjera y selecciona los artículos que hablan de Suecia. El año pasado, no sólo se hablaba de diseño, de moda, de música, de Volvo, de novelas policíacas, de bodas principescas y otros asuntos ligeros. El nombre que más destacaba era el del escritorStieg Larsson.

"Del buen hogar del pueblo sueco al sueco malvado"

Sin embargo, han sido dos hombres muy distintos los que han llevado a los medios de comunicación del mundo entero a reflejar un cambio en la imagen de Suecia: Göran Lindberg, el jefe de la policía de Uppsala, condenado por delitos sexuales y el ministro de Trabajo Sven-Otto Littorin, acusado de pagar por servicios sexuales. Los medios de comunicación extranjeros se han regodeado en el asunto Göran Lindberg, antiguo paladín de la igualdad de sexos que resultó ser el peor de los pervertidos.

Si nos basamos en estos asuntos, podemos temer que la imagen del "buen hogar del pueblo sueco" [el concepto en el que se inscribe el Estado del bienestar] ceda su puesto a la del "sueco malvado".Es cierto que también existen ideas arraigadas sobre otros países: Italia es el país de la pasta y la mafia, los finlandeses se pasan la vida en la sauna y los austriacos encierran a los niños en los sótanos. Pero la imagen internacional de Suecia parece estar grabada más profundamente en las mentes: la social-democracia, el modelo sueco, los rubios de ojos azules, la eficacia, los vikingos, los altos impuestos, Abba, Bergman, Olof Palme, "la libertad sexual" de la película de Ingmar Bergman "Un verano con Mónica", la apertura, Pipi Calzaslargas...

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En el extranjero nos encontramos a menudo con estos tópicos. Mi profesora de alemán en Berlín, por ejemplo, era una gran admiradora de Suecia. Se volvía hacia mí sonriendo y me confesaba con una gran admiración: "Está claro que aún no hemos llegado tan lejos como Suecia". Insistía sobre la igualdad, la cultura del tuteo generalizado que suprime las jerarquías y que, según ella, hacía que muchos alemanes quisieran trabajar en las empresas suecas.Al mismo tiempo, la prensa publicaba artículos en los que exclamaba "¿Qué? ¿Ahora también Suecia?" cuando Suecia, país social-demócrata, dejaba que un partido de extrema derecha accediera al Parlamento [en las elecciones de septiembre de 2010].

La verdadera cita será en 2031

Para Fredrik Wetterqvist, administrador delegado de la Comisión para la promoción de Suecia en el extranjero (NSU), el momento crítico no durará mucho tiempo. En su opinión, el interés por el buen estado económico de Suecia es mucho mayor que el interés por el asunto de Julian Assange. "Un hecho curioso e interesante es que Gran Bretaña en estos momentos declara su amor a Suecia y al mismo tiempo comenta profusamente el asunto de Julian Assange.

El Guardian escribió hace poco que era fascinante constatar que después del partido laborista, que se había interesado por el modelo sueco en la década de los setenta, ahora era la derecha y el partido conservador los que miraban de reojo al nuevo modelo sueco. Además, tengo la impresión de que a cada vez más gente les resulta interesante el hecho de que los principales servidores de Wikileaks se encuentren en Estocolmo: se preguntan por qué Suecia quiere acabar con Julian Assange mientras WikiLeaks ha encontrado refugio aquí".

El informe "La imagen de Suecia en 2010", publicado por el Instituto Sueco [cuya misión es fomentar la imagen de Suecia] determina que la imagen positiva de la que disfrutamos hoy tiene su origen en las décadas de los setenta y los ochenta. "Un verano con Mónica" se estrenó en 1953. El efecto se produce con un gran retraso. Si los sucesos acontecidos el año pasado determinan la imagen de Suecia en veinte o treinta años, será en 2031 cuando la imagen del país sea algo menos reluciente.

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