Un horizonte neoliberal

La Estrategia de Lisboa, un proyecto originalmente social-demócrata, no ha fomentado ni la innovación ni la cohesión social en la UE. Al contrario: la Comisión Europea la ha transformado en un programa neoliberal. Y, en opinión de un economista francés, la Estrategia 2020, el proyecto que le sucede, acentuará esta tendencia.

Publicado en 1 marzo 2011 a las 15:59

Hay reconocer que los (contra-)reformadores neoliberales poseen una serie de cualidades que no siempre se encuentran entre sus oponentes: saben lo que quieren y lo que es necesario para lograrlo, son pacientes y no se desaniman. Una vez más, una parte de la acción sucede en la Unión Europea.

Nos acordamos de la "Estrategia de Lisboa" lanzada en 2000, cuyo objetivo era hacer de la Unión Europea "la economía del conocimiento más competitiva y más dinámica del mundo de aquí a 2010". Establecía objetivos en materia de innovación, de "cohesión social" y empleo. Casi ninguno se ha conseguido, aunque los índices de empleo se hayan aproximado al 70% esperado (en la población de entre 20 y 64 años). Pero los gastos en investigación y desarrollo apenas han aumentado y se quedan lejos del objetivo del 3% del PIB. En cuanto a la cohesión social, basta con observar que el riesgo de pobreza (después de las transferencias sociales) ha aumentado.

Este balance mediocre no ha impedido a la Comisión atribuir a la Estrategia de Lisboa la creación de 18 millones de empleos en la Unión Europea. Pero esta cifra medía únicamente el aumento de empleo en Europa entre 2000 y 2008. Por lo tanto, atribuir a la Estrategia de Lisboa el conjunto de este aumento era un poco osado. Además, la mitad de las creaciones correspondía a empleos a tiempo parcial.

Un programa de reformas estructurales neothatcherianas

Lo más gracioso de esta historia es que la Estrategia de Lisboa la había inspirado un grupo de universitarios mayoritariamente "de izquierda" e inicialmente la aplicaron los gobiernos supuestamente "de izquierda". Pero el asunto estaba tan mal ideado desde el comienzo, que a la Comisión de Barroso le resultó un juego de niños recuperar el movimiento y transformar un asunto amable y social-demócrata basado en las tecnologías de la información en un programa de reformas estructurales neothatcherianas. Dicho esto, la Estrategia de Lisboa por sí misma tan sólo ha tenido un leve impacto en las reformas estructurales llevadas a cabo en los distintos países, pues dichas reformas han sido resultado de compromisos políticos fundamentalmente nacionales. Aunque sí ha desempeñado la función de recurso político e ideológico a disposición de las principales figuras nacionales.

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La continuación de la historia se denomina "Europa 2020", "una estrategia para un crecimiento inteligente, duradero y que incluirá a todas las partes". De aquí a 10 años, en Europa todo será supuestamente "inteligente": el crecimiento y la economía, por supuesto, pero también las normativas, la especialización, las casas, las redes, la gestión del tráfico… Y además, todo se supone que será duradero: la economía, el crecimiento… Por lo demás, pocas sorpresas: el objetivo del índice de empleo pasa al 75%, una política industrial cuyo objetivo es mejorar el "entorno de las empresas", una normativa "inteligente", a la fuerza, que debe disminuir la "carga administrativa que pesa sobre las empresas", la profundización del mercado único sobre todo gracias a la directiva de "servicios" (la denominada directiva Bolkestein) y más en general, la reafirmación de que la competencia (entiéndase: liberalización, privatizaciones, desmantelamiento de los servicios públicos) favorece el crecimiento y la innovación, algo bastante dudoso. En resumen, lo que ya sabemos.

Inspirado por el lobby patronal europeo

Tal y como lo ha demostrado el grupo Corporate Europe Observatory, la inspiración de Europa 2020 procede en parte de un documento producido por el lobby patronal europeo: "ERT’s Vision for a competitive Europe in 2025" (Visión de ERT de una Europa competitiva en 2025). Algo que sí presenta novedades es un aspecto relativo al gobierno y se debe comprender en relación con una innovación reciente en este ámbito: el semestre europeo, con el que los presupuestos nacionales deben superar un examen ante la Comisión y el Consejo antes de su adopción por los parlamentos nacionales.

La "disciplina presupuestaria" y las reformas estructurales se han reunido en un "gobierno más fuerte": "El saneamiento presupuestario y la viabilidad financiera a largo plazo deberán ir acompañados de importantes reformas estructurales, sobre todo en los contextos de las pensiones, de la asistencia sanitaria y de los sistemas de protección social y educativos" (Europa 2020, página 28). En lo que respecta a las reformas estructurales, no puede ponerse en práctica nada realmente vinculante, pero se pone a disposición de los políticos nacionales nuevos recursos políticos para aquellos que deseen seguir la vía neoliberal y más nos vale tener unas finanzas públicas "sanas" si queremos mantener el sistema de protección social.

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