El final de la generación de las flores

La Ciudad Libre de Christiania ya no es libre. Después de cuarenta años, el último enclave hippie de Europa se doblega a las leyes del libre mercado, tal y como relata Gazeta Wyborcza.

Publicado en 7 marzo 2011 a las 14:43

[Christiania](http:// http://www.christiania.org/modules.php?name=Side&navn=linkeng), fundada en 1971 por un grupo de hippies que ocuparon una base naval desierta en Copenhague, es un fenómeno mundial. Para los expertos, se trata de una leyenda de la cultura alternativa, el enclave hippie más famoso y el único en funcionamiento de Europa. Después de la Sirenita y del parque de atracciones Tívoli, es la tercera atracción turística más conocida de la capital danesa. Un millón de visitantes llegan todos los años para pasear por los barracones adornados con murales psicodélicos y comprar cannabis ilegal en la calle Pusher.

Christiania, una ciudad autoproclamada libre, tiene su propio [himno](http:// http://www.youtube.com/watch?v=AwWibe877eA) (I kan ikke slå os ihjel, que significa “No podéis matarnos,” una canción de protesta creada por el grupo de rock Bifrost), su bandera de la libertad (tres esferas amarillas sobre un fondo rojo), su propia moneda y sus propias normas y tradiciones. Está prohibido el tráfico de vehículos (los residentes aparcan sus vehículos fuera), correr (si alguien corre, se le toma por un ladrón), la fotografía y los chalecos antibalas.

Hace poco, tras cuarenta años de existencia y veintidós de independencia autorizada legalmente, Christiania ha perdido su estatus de ciudad libre. El 18 de febrero, el Tribunal Superior Danés rechazó una apelación presentada por los residentes del enclave contra el fallo de un tribunal en 2009 que volvía a establecer el control estatal sobre la antigua base naval de 35 hectáreas. Así ha llegado a su fin una larga batalla legal sobre un estatus garantizado por los hippies y los ocupantes ilegales en 1989.

Christiania pertenece al Estado danés

La batalla comenzó en 2004, cuando el gobierno conservador de centro-derecha de Anders Fogh Rasmussen (actual secretario general de la OTAN), revocó una decisión tomada anteriormente hacía quince años por el gobierno de izquierdas de Dinamarca, que cedía el control sobre el territorio a sus residentes. En 2006, los abogados de Christiania apelaron la decisión, exponiendo que infringía el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Sin embargo, los tribunales daneses han decidido ahora que no existía tal infracción y que Christiania pertenece al Estado (más específicamente, al Ministerio de Defensa). Y es el Estado quien decidirá su futuro.

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“El procedimiento judicial ha terminado. Es hora de pensar en el futuro”, afirma Thomas Ertmann, el portavoz de la comuna. Admite que los abogados que representan a los 850 residentes del lugar, entre hippies, artistas y todo tipo de personajes, tendrán ahora que sentarse a la mesa de negociación con el Gobierno.

“Necesitábamos el fallo del tribunal para resolver finalmente la cuestión de la propiedad”, comenta Nils Vest, un director de cine que ha estado viviendo en Christiania durante veinte años y que gestiona allí un estudio de cine independiente. “Una cosa es segura: Christiania sobrevivirá. Queremos ser una comunidad legal, pero con nuestras condiciones. Los términos que ha propuesto el Gobierno hasta ahora para nosotros han sido inaceptables, porque sin duda produciría la desintegración de Christiania”.

El fin de un experimento social

Según Vest, la administración ha hecho todo lo posible para que Christiania se arruinara con el fin de poder recuperar las preciosas hectáreas para Copenhague, con el pretexto de restaurar el orden y la prosperidad. Con el fallo del tribunal, las autoridades quieren que los promotores inmobiliarios aprovechen el potencial de inversión del área. Sin embargo, primero tendrán que llegar a un acuerdo con los residentes porque el desalojo a la fuerza es impensable por motivos políticos y sociales.

El plan del Gobierno para Christiania propone una vuelta a la normalidad: tirar las casas y cabañas construidas ilegalmente, eliminar las drogas blandas (las duras ya están prohibidas por los mismos residentes) y deshacerse poco a poco de los ocupantes ilegales. El problema es que, según los expertos, esto significaría el fin del experimento social a escala global que constituye la Ciudad Libre de Christiania. A este lugar han llegado desde hace años aquellos que no han podido encontrar su lugar en la sociedad normal y deseaban dejar a un lado los logros de la civilización para vivir una utopía.

"Somos la metrópoli alternativa de Europa"

“Somos la metrópoli alternativa de Europa. El mayor experimento de este tipo”, comenta Vest. “Cuando tienes la posibilidad de ejercer el autogobierno, te preocupas más sobre el medio ambiente”, expone. A pesar del fallo judicial desfavorable para ellos, Vest se muestra optimista. Afirma que la coalición en el poder perderá las próximas elecciones y que el poder pasará a los socialdemócratas, más flexibles y más favorables con respecto a los postulados de la comunidad de Christiania. En los próximos meses, los residentes del enclave recaudarán fondos y asegurarán préstamos bancarios para comprar el máximo de propiedades “ocupadas” posibles.

“La cuestión principal es cómo se gestionará Christiania. Queremos tener voz a la hora de cómo se va a desarrollar, qué tipo de personas vivirán aquí. Sin duda no permitiremos que reine la especulación urbanística de la mano de personas ajenas a la comunidad”, insiste Vest.

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