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En la velada electoral, sólo ha habido un vencedor: el partido de los verdes. Han logrado suscitar grandes esperanzas a favor de un cambio de política y ahora deben cumplir sus promesas. Sobre la cuestión del proyecto ferroviario y urbano Stuttgart 21 y sobre la energía atómica. Cerremos los ojos e imaginemos el futuro próximo: Baden-Wurtemberg, principal accionista de EnBW, empresa alemana de energía nuclear, detiene sus centrales y al mismo tiempo se tira por la borda uno de los proyectos más ambiciosos del ferrocarril. La república se encontrará patas arriba.
Estas elecciones lo han demostrado. Los verdes tienen algo de lo que carecen los demás partidos. Un perfil claro. Inspiran credibilidad y encarnan una visión.
El SPD también se alegra, pero en realidad nos preguntamos por qué. Los verdes están a punto de hacer seriamente la competencia a los socialistas como gran formación; en Renania-Palatinado, los asuntos les han costado casi diez puntos de porcentaje a los camaradas: estos últimos no mantienen el ritmo y son sobre todo los verdes los que se aprovechan de la crisis de los negros-amarillos. Claramente, los electores no perciben al SPD como un modelo de futuro. Tras el desastre de la coalición negro-amarilla en Baden-Wurtemberg, vuelve a ser tentador predecir el fin cercano de la canciller Angela Merkel. Pero casi seguro que nos equivocaríamos.
Merkel intepreta el papel de Bruto
Es verdad que se ha hecho un lío tremendo. Recompensó a Günter Oettinger enviándolo a Bruselas. En lo nuclear y en política exterior, ha seguido un rumbo tan zigzagueante que ha mareado incluso a sus partidarios. Dirige un Gobierno negro-amarillo en Berlín que no puede enorgullecerse de nada, aparte de las derrotas electorales. Y así, suma y sigue. Los miembros de la CDU podrían recitar el catálogo de fallos de Merkel en sus sueños.
Pero a pesar de todo, seguirá en su puesto. Porque ya había previsto estos tiempos difíciles. Además, ¿quién iba a interpretar entonces el papel de Bruto en los rangos de la Unión [cristiano-demócrata]? Todos los posibles adversarios de Merkel, que podrían ponerle en peligro actualmente, desde hace tiempo se han unido a la versión política de los territorios de caza del Gran Espíritu, ya sea por complacencia o porque han sido eliminados por Merkel. El último ha sido Guttenberg, el casi-canciller. No hay nadie más que desee dar un golpe de Estado. La CDU no tiene a nadie más, está encadenada a Merkel, al menos hasta las próximas legislativas.
Por lo tanto, Merkel, especialista en supervivencia, podrá seguir gobernando, quizás con los verdes, en el contexto de una nueva coalición. Si piensa en aprovechar esta opción estratégica, mostrará ahora una apertura en este sentido. Ya tiene una ocasión para emitir señales, cuando venza la moratoria sobre la energía atómica.
Su índice de popularidad sigue siendo elevado
De todos modos no habrá nuevas elecciones. Merkel no repetirá el error cometido por Gerhard Schröder en 2005, tras una derrota electoral el Renania del Norte-Westfalia. Es la canciller y puede seguir siéndolo. A pesar de todo, su índice de popularidad sigue siendo elevado entre la población. Unas elecciones anticipadas serían una experiencia con un resultado incierto.
Por consiguiente, la farsa de esta canciller y de su coalición seguirá e incluso empeorará. A país le quedan por pasar dos penosos años políticos antes de las próximas legislativas: el Bundesrat está amenazado por un bloqueo total de rojos-verdes, la coalición negra-amarilla se debilitará con los conflictos de orientación entre el ala dura de los conservadores y los progresista más conciliadores y la canciller carece de la fuerza, la claridad y la política necesarias para poner orden en todo esto.
¿Y el FDP? ¿Cómo mantener a Guido Westerwelle a la cabeza del partido, si perjudica a la coalición, así como a la política exterior alemana, tal y como ha demostrado con sus últimas maniobras en la cuestión libia? Si el FDP no lo comprende, no podemos hacer nada por él. Necesita un nuevo rostro.
Contrapunto
¿Cómo gobernar sin una línea política?
Focus muestra en su portada cómo "Miss Erfolg" (Miss éxito) se convierte en "Misserfolg" (fracaso), como reflejo de la opinión que se tiene de Angela Merkel. ¿Cuánto tiempo podrá seguir gobernando Angela Merkel, cuando la canciller acumula problemas políticos como casi ningún otro jefe de Gobierno anterior a ella?, se pregunta el semanario alemán. En la crisis del euro, Merkel cambió de opinión prácticamente cada mes, para acabar cediendo al "póquer de Bruselas" de finales de marzo y comprometer a Alemania a pagar 4.300 millones de euros cada año en el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera hasta 2017, "una concesión que era impensable en febrero". En lo que respecta al asunto nuclear, dio un giro de 180 grados y contempló la salida de la energía atómica. Por último, en política exterior, "un ámbito en el que el Gobierno debería brillar fácilmente", la canciller se aisló y se alejó de sus socios, al negarse a apoyar la intervención en Libia.
