Demolición del inmueble de la Madona negra, en La Haya, en 2007.

Queremos inmigrantes con trabajo (legal)

¿Por qué un país no tiene derecho a endurecer sus leyes sobre la inmigración laboral? En plena polémica entre La Haya y Varsovia sobre el destino de los polacos instalados en Países Bajos, una cronista defiende este principio, aunque vaya en contra de la jurisprudencia europea.

Publicado en 27 abril 2011 a las 15:05
Demolición del inmueble de la Madona negra, en La Haya, en 2007.

Mientras Henk Kamp, ministro neerlandés de Asuntos Sociales y Empleo expone su "serie de medidas enérgicas" contra los trabajadores inmigrantes procedentes de Europa Oriental, no puedo dejar de pensar en una categoría profesional que escapa a todo control: la de los comerciantes de sexo rumanos que practican la trata de blancas.

A menudo me cruzo con especímenes calvos, tatuados y cubiertos de oro, pertenecientes a esta mafia en las ciudades del oeste de Países Bajos. Como gritan sin vergüenza al hablar con sus móviles, la conversación se comprende fácilmente. Un ejemplo: "Dile a Gica que más le vale que tenga el dinero esta noche, si no, le liquido, y a las chicas también" O bien: "Gigi, vente con los colegas, porque tengo nuevos..." y me abstengo de mencionar la palabra rumana que designa el sexo de la mujer.

Es desmoralizador ver cómo se pavonea este despojo de la humanidad. Sobre todo porque desde esta perspectiva, ciertas medidas adoptadas contra la inmigración relacionada con el trabajo se rigen por la política del símbolo. Afectan directamente a los buenos trabajadores temporeros procedentes de Rumanía y Bulgaria, que, para satisfacción de los cultivadores de frutas neerlandesas, realizan un excelente trabajo y con total legalidad. Los camorristas imposibles de detener tienen carta blanca, mientras que a los recolectores de fresas se les engaña.

Los jueces deben tener en cuenta el contexto de la política

Sin embargo, la severidad crispada de Henk Kamp es comprensible. Los graves problemas que suscita el desempleo de los europeos del Este y las oleadas previstas de inmigrantes que pueden beneficiarse de las prestaciones sociales obligan a tomar medidas. Henk Kamp sabe perfectamente que es imposible excluir una inmigración relacionada con el trabajo.

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Por lo tanto, presta una gran atención en su "serie de medidas" a la dignidad de las condiciones de vida y laborales. Queda clara la ambición de erradicar la esclavitud moderna. Pero al mismo tiempo, Henk Kamp parece que considera que no se puede aplicar una promesa electoral del VVD [el Partido Liberal del primer ministro]: hacer que las prestaciones sociales únicamente se concedan al cabo de 10 años.

Sin duda el mensaje no es fácil de vender. Cuando Stef Blok y Klaas Dijkhoff, miembros del VVD, publicaron a principios de abril un artículo sobre la necesidad de frenar al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (que torpedeó una legislación severa en materia de asilo), hicieron estallar un clamor de protesta. Obviamente, la fuerza de los derechos humanos reside en su universalidad. Pero Stef Blok y Klaas Dijkhoff tienen razón en un punto: los jueces deben tener en cuenta el contexto en el que cobra sentido la política.

Un lastre pesado para el Estado del bienestar

En los círculos de juristas europeos, se considera evidente que la política de la UE en materia de asilo se revise después de una decisión del Tribunal, pero que es inadmisible si debe producirse debido a las nuevas tendencias migratorias. Evidentemente, es normal considerar al trabajador inmigrante como una víctima de las autoridades occidentales.

La protección de las personas físicas contra la arbitrariedad de las autoridades es una obligación humana que se inscribe en el Estado de derecho. Pero si no se tiene en cuenta el contexto objetivo ¿dónde está el equilibrio? Porque a esta noción moral de protección se contraponen los grupos de inmigrantes que se rebelan ante cualquier apego cultural o responsabilidad social, que se trasladan para obtener subsidios y que no ven ningún inconveniente moral en la ilegalidad y la criminalidad.

Esto constituye un lastre extremadamente pesado para el Estado del bienestar, pero también para las relaciones sociales dentro de un mismo país. Toda sociedad posee una cierta elasticidad que debe reconocerse. Por lo tanto, es perfectamente legítimo que Stef Blok y Klaas Dijkhoff se pregunten sobre las normas europeas y que Henk Kamp haga un llamamiento para que se adopten acuerdos rigurosos y realistas dentro de la UE con respecto a la inmigración relacionada con el trabajo.

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