La guerra en Afganistán se va a convertir en la “máxima prioridad” de Anders Fogh Rasmussen, el nuevo secretario general de la OTAN. Tal y como declaró al periódico de Copenhague Politiken la víspera de su nombramiento como líder de la alianza occidental, el ex primer ministro danés reconoce que la seguridad en algunas partes de Afganistán no es “totalmente satisfactoria” pero que su intención es “dividir a los grupos rebeldes mediante la negociación de acuerdos de paz con determinados grupos relacionados con los talibán”.
Su opinión se encuentra en la línea de otras similares expresadas por el secretario de Relaciones Exteriores británico David Millband y sin duda será bien recibida por ciertas secciones de la prensa británica, que ha reaccionado con consternación ante el informe de este fin de semana elaborado por el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes. Tras un mes en el que se han registrado 22 víctimas británicas en Afganistán, el informe titulado Seguridad global: Afganistán y Pakistán, hecho público por The Observer, afirma que el ejército británico “se encuentra en una misión poco definida y socavada por una planificación no realista y la falta de recursos”. Estas observaciones han hecho que el general de brigada Allan Mallinson en[The Daily Telegraph](http:// http://www.telegraph.co.uk/comment/5963746/Gordon-Brown-must-stop-shying-away-from-the-word-war.html) afirme con rotundidad que Inglaterra “ha engordado con la paz” y necesita “armarse de valor” ante el hecho de que “estamos en guerra y no la estamos financiando como es debido”.
Pero ¿en qué condiciones se ha de luchar en esta guerra? El diario belga De Standaard, que recibe positivamente el nombramiento de Rasmussen, estima que debería beneficiarse de “un clima varias veces superior al que reinaba cuando su antecesor asumió sus funciones, al igual que la elección de Barack Obama ha iluminado los cielos transatlánticos”. Al diario belga le tranquiliza la declaración de Estrasburgo-Kehlde abril, en la que los miembros de la OTAN se comprometieron a actuar por un objetivo común en tiempos de “guerra no convencional”. Al parecer, la alianza “ahora se encuentra en la misma onda”.
Sin embargo, Ilana Bet El en The Guardian, parece que no encuentra esa misma onda de la que habla De Standaard. Recibe la noticia del nombramiento de Rasmussen “con cautela”, ya que recuerda el pasado reciente de la alianza, en el que la mayoría de Estados europeos decidieron que “la OTAN era más o menos una preocupación controlada por Estados Unidos y respaldada por el Reino Unido y no se preocupaban mucho de quién la dirigía”. Sostiene que la situación de Rasmussen es que ha heredado una OTAN dañada por “el rechazo efectivo de la OTAN por parte de Estados Unidos tras los ataques del 11 de septiembre”. La OTAN, dividida por la invasión de Irak en 2003 que lideró Estados Unidos, no ha logrado actuar al unísono al hacerse cargo de la operación en Afganistán. Aunque “ambas partes del Atlántico claramente hacen esfuerzos por olvidar el pasado, sigue existiendo una desconfianza fundamental entre los aliados, agravada por la arcaica estructura de control y mando de la guerra industrial de la OTAN, lo que resulta totalmente inadecuado en una guerra moderna”.
Las propias credenciales de Rasmussen suscitan dudas. De Standaard hace alusión al euroescepticismo de Dinamarca o a sus frecuentes desmarques de los tratados europeos y se plantea si esto beneficia a los intereses europeos. El Frankfurter Rundschau se pregunta sobre el impacto de su nombramiento en el mundo musulmán y recuerda a los lectores que Rasmussen, en el punto álgido de la controversia sobre las caricaturas del profeta Mahoma publicadas en un periódico danés, se negó a reunirse con embajadores de once naciones musulmanas, apelando a la total libertad de la prensa. Esto involuntariamente desembocó en el saqueo de las embajadas danesas en Teherán y Damasco.
Sin embargo, al observar que Rasmussen es “flexible, pragmático y le gusta el poder”, no puede evitar advertir que, irónicamente, los talibán se han alegrado con su nombramiento. Un sitio web del movimiento islamista informa de que ahora dirige la alianza “un gran enemigo del profeta”. ‘Esto reforzará sin más remedio la fe de los musulmanes en la lucha contra la OTAN”.
De hecho, el panorama en Afganistán cada vez es más sombrío. Mientras que el general de brigada se pregunta en The Telegraph si “el mundo occidental tiene estómago para aguantar la lucha”, las conclusiones de la investigación de la Cámara de los Comunes advierten que el apoyo a las tropas británicas se ha visto perjudicado por las víctimas civiles. Por otro lado, “la policía corrupta y débil está provocando que los afganos vuelvan a recurrir a los talibán en busca de justicia”. Sin embargo, el principal punto parece ser que la amenaza estratégica ha pasado a Pakistán, ya que Al-Qaeda ahora se centra en acceder al arsenal nuclear de Islamabad. Por ello y por otros problemas a los que se enfrenta la Alianza, Ilana Bet El se ve obligada a plantearse si Rasmussen no pasará a la historia “como el último secretario general de la OTAN”.