Los magiares desean la autonomía territorial y, como no llegan a lograrlo de los rumanos, toman lo que pueden y como pueden pasando por Bruselas.La apertura en Bruselas de una oficina simbólicamente bautizada con el nombre de "Oficina del País de los Sículos", mediante la cual los habitantes de los departamentos de Covasna, Harghita y Mureş podrían acceder con mayor facilidad y rapidez a los fondos europeos, ha reabierto la caja de los temores "mioríticos" [en referencia a lo que es específico de la identidad rumana].
Desde 1919, la élite política rumana se revela con frecuencia, angustiada por la idea de la pérdida de Transilvania, por la influencia de Budapest en esta provincia que se modernizó al mismo tiempo que el resto de Europa Central bajo los últimos Habsburgo y por la capacidad de los magiares rumanos para hacerse publicidad más allá de las fronteras del país.
La Oficina del País de los Sículos en Bruselas, organizada gracias a los esfuerzos del pastor László Tökés [vicepresidente del Parlamento Europeo], no es "inútil para la UE ni una provocación gratuita", tal y como opina el ex ministro de Exteriores Cristian Diaconescu, ni "un ataque sin precedentes contra la soberanía e integridad territorial de Rumanía", como declara, presa del pánico, la eurodiputada liberal Ramona Mănescu, sino más bien una solución por partida doble: práctica y sentimental.
Obtener ventajas gracias a Bruselas
László Tökés, artífice de la oficina de lobby de la capital europea, intenta con esta innovación ante todo ganarse el apoyo de los magiares de Transilvania, al demostrarles que pueden obtener ventajas no sólo tendiendo la mano hacia Bucarest, como lo hace la UDMR [Unión Demócrata de los Magiares de Rumanía, miembro de la coalición gubernamental], sino también abriéndose camino en las instituciones de Bruselas. En las próximas elecciones, Tökés quiere tomar las riendas de una nueva formación, el Partido Popular de los Magiares de Transilvania, que competirá con la UDMR.
László Tökés presenta a los magiares de Transilvania una serie de posibilidades que van más allá de los dos centros de poder, Bucarest y Budapest, y cuyo apoyo esperaban los magiares. La Oficina del País de los Sículos en Bruselas se encuentra dentro de la Casa de las Regiones Magiares por motivos más bien económicos que políticos, pero la ubicación bajo tutela de Budapest ha reanimado los sentimientos rumanos de miedo, frustración y ansiedad.
El ministro rumano de Exteriores, Teodor Baconschi, ha asumido en nombre del Gobierno el temor tradicional con respecto a Hungría, como si Budapest pudiera realmente poner la mano sobre partes de Transilvania. Rumanía "no se escandaliza sin motivos", declaró el jefe de la diplomacia, exponiendo que la denominación de País de los Sículos sería "una acción con la que una designación popular se presenta abusivamente como la marca de identidad de una región".
Una acción sin consecuencias políticas
Los dirigentes del PSD (Partido Social-Demócrata) y del PNL (Partido Nacional Liberal) también quieren "adoptar una posición" con respecto a las intenciones autonomistas de los magiares incluso en el Parlamento rumano, como ya lo hicieran en el pasado, pero ni ellos ni el ministro de Exteriores saben explicar de qué forma la Oficina del País de los Sículos afecta a la integridad del país. El presidente Traian Băsescu tiene una "opinión desfavorable" sobre esta acción, pero reconoce que no existen "consecuencias políticas", que simplemente se trata de "un elemento de falta de consideración hacia la Constitución y los rumanos".
La sensibilidad de los dirigentes rumanos ante las ideas de los sículos, que quieren que entre más dinero en sus departamentos, desatendidos durante años por la administración de Bucarest, demuestra que la élite política sigue siendo esclava de ciertos estereotipos y prejuicios históricamente desfasados. Desde el exterior, la reacción exagerada de los políticos rumanos ante peligros latentes se puede interpretar como una inseguridad: un gran Estado, miembro de la UE y la OTAN, asustado por la historia imperialista del vecino.