Los implicados en el caso.

El escándalo de las escuchas amenaza a Cameron

A medida que se descubren más revelaciones sórdidas sobre la costumbre del tabloide británico News of the World de pinchar teléfonos, el comentarista político del Daily Telegraph opina que la responsabilidad ahora recae en el primer ministro británico, David Cameron, ya que pertenece al círculo social del magnate de la prensa, Rupert Murdoch.

Publicado en 7 julio 2011 a las 14:04
Los implicados en el caso.

Las carreras de todos los primeros ministros siempre llegan a un punto decisivo. Se trata del momento en el que cometen un error fatídico del que no pueden recuperarse. En el caso de Tony Blair, fue la guerra de Irak y la imposibilidad de encontrar armas de destrucción masiva. Con John Major fue el Miércoles Negro y la retirada de la libra esterlina del mecanismo de tipos de cambio. Con Harold Wilson, la devaluación de la libra en 1967 echó por tierra su reputación.

En todos los casos, el patrón es notablemente similar. Antes de llegar a este punto, tenemos un nuevo líder con dinamismo, integridad y que cuenta con la confianza de la nación. Después, el primer ministro puede seguir tambaleándose durante años, pero como un producto cada vez más defectuoso; entonces, ya nada vuelve a ser como antes.

David Cameron ahora se enfrenta exactamente a una crisis de este tipo. Las vergonzosas revelaciones acerca de sus amigos y socios del News International de Rupert Murdoch han afectado a su reputación de forma permanente e irrevocable. Hasta ahora, podíamos asegurar que Cameron actuaba según un conjunto de valores. Por desgracia, ya no se podrá volver a realizar esta afirmación. Porque no ha cometido una, sino una larga lista de apreciaciones personales erróneas y crónicas.

Amistades peligrosas

No debería de haber contratado nunca a Andy Coulson, editor de News of the World, como su director de comunicaciones. No debería de haberse relacionado nunca con Rupert Murdoch. Y, el peor error de todos, no debería de haberse permitido nunca ser íntimo amigo de Rebekah Brooks, directora ejecutiva del gigante de las comunicaciones News International, cuya salida de esa empresa, de forma vergonzosa y escandalosa, es sólo cuestión de tiempo.

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Cameron se dejó llevar hasta un círculo social en el que nadie respetable debería entrar bajo ninguna circunstancia. Menos aún un primer ministro británico. Aquel grupo se hacía llamar Chipping Norton: una serie de londinenses de mala fama, acomodados, sedientos de poder y amorales, que viven alrededor de la circunscripción de Oxfordshire del primer ministro. Brooks y su marido, el ex entrenador de carreras Charlie Brooks, viven en una casa situada a menos de dos kilómetros de la casa de David y Samantha Cameron. Las dos parejas se veían con frecuencia y han seguido haciéndolo mucho después de que se hiciera público el escándalo de las escuchas telefónicas.

Matthew Freud, especialista en relaciones públicas y casado con Elisabeth, la hija de Murdoch, es otro miembro de este grupo de Chipping Norton. Cuando Cameron se encontró con Freud en la boda de Rebekah Brooks hace dos años, ambos se saludaron con un llamativo choque de manos que daba una idea de su exclusiva amistad.

Cameron estuvo sobre aviso

El primer ministro no puede alegar en su defensa que se introdujera ingenuamente en este círculo letal. Le advirtieron de ello muchas veces. Poco antes de las últimas elecciones le hablaron explícitamente sobre las compañías que frecuentaba. Alan Rusbridger, editor del diario The Guardian, se reunió con uno de los consejeros más cercanos de Cameron poco antes de las elecciones. Entonces informó exhaustivamente a su consejero sobre Coulson y le aportó un gran número de datos preocupantes que por aquellas fechas no podían hacerse públicos.

Rusbridger fue entonces a ver a Nick Clegg, el ahora viceprimer ministro. Así pues, Cameron y Clegg, primer ministro y viceprimer ministro, respectivamente, sabían todo acerca de Coulson antes de las negociaciones que desembocaron en la coalición de mayo del año pasado. E incluso así, decidieron nombrarle director de comunicaciones de Downing Street.

Y ahora el primer ministro está metido en un gran lío. Para hacernos una idea gráfica de su situación, ahora mismo es como una alcantarilla. La pregunta es: ¿cómo va a salir de esta situación y cómo logrará recuperar al menos algo de su reputación de decencia y buen criterio? Para él podría ser un momento letal.

Dar la espalda a Brooks y hablar de las reuniones

Entonces ¿qué debe hacer Cameron? En primer lugar, debe dar la espalda de inmediato a Rebekah Brooks. De momento, ella alega lo mismo que Coulson cuando éste era el principal ayudante de Cameron en Downing Street: que no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo. Aunque aceptáramos esta defensa, y no hay ningún motivo contundente para hacerlo, en vista de todas las falsedades que ha publicado News International sobre esta sórdida saga, no le valdría de nada. Brooks, primero como editora de News of the World y The Sun, y ahora como directora ejecutiva de News International, fue responsable del establecimiento de estos estándares. Dichos estándares, tal y como sabe todo el mundo, van más allá la credibilidad humana y la culpa recae en gran medida sobre ella.

Aunque también podría resultar peligroso para David Cameron deshacerse de Brooks. Puede que haya obtenido una gran cantidad de información sobre él y los miembros superiores de su gabinete, tanto en esas tranquilas cenas de Chipping Norton como a través de otras formas posiblemente más retorcidas. Brooks está acorralada y puede que contraataque. Pero es un riesgo que el primer ministro debe asumir.

En segundo lugar, Cameron debe dar explicaciones sobre sus acciones. Necesitamos una explicación de cómo llegó a contratar a Coulson, qué comprobaciones se realizaron, qué consejos se siguieron. Necesitamos una lista de esas reuniones sociales no tan inocentes con Brooks. Hasta ahora, Downing Street ha mantenido silencio sobre las reuniones de Cameron con Rupert Murdoch, supuestamente uno de los primeros visitantes que recibió tras ser nombrado primer ministro. Ahora tienen que hacerse públicas.

Un escándalo que avergüenza al periodismo

Es fundamental que esta información se haga pública, sobre todo después de la sorprendente decisión tomada la semana pasada por el Gobierno de coalición con la que Murdoch podrá afianzar su poder de monopolio sobre los medios británicos a través de la adquisición del 61% de la cadena por satélite BSkyB que aún no posee. Ahora, esta decisión es más que sospechosa y debe revocarse.

Ayer, David Cameron masculló algunas frases imprecisas sobre la posibilidad de emprender una investigación pública, con lo que demostró que no es consciente de que el mundo ha cambiado totalmente en las últimas 48 horas. Las horrendas revelaciones de que los periodistas de Murdoch habían pinchado el teléfono de la adolescente desaparecida Milly Dowler e incluso los de los familiares de nuestros fallecidos en la guerra han llevado el horror de la ilegalidad de News International a un nivel superior.

El primer ministro ha permitido que su conexión con News International y sus empleados le pongan en una situación comprometida. Necesita urgentemente recuperar el buen criterio y la moralidad básica que le hacían parecer un primer ministro tan atractivo. Por ello, debe utilizar este escándalo atroz que ha avergonzado a todos los periodistas como una oportunidad para sanear la vida pública británica. A juzgar por lo ocurrido ayer, nuestro menguante primer ministro no parece tener ninguna intención de hacerlo.

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