Kosovo, a pesar de ser un Estado soberano desde febrero de 2008, sigue siendo una nación dividida y continúa dividiendo al mundo. Los disturbios en la aduana de Jarinjie, que causaron la muerte de un policía el 26 de julio, lo atestiguan. Dos años después de la proclamación de su independencia, Kosovo no sabe lo que es la calma, a pesar de la presencia masiva de una fuerza de la OTAN para el mantenimiento de la paz y de los consejeros de la UE.
En Kosovo, la minoría serbia no reconoce la autoridad política de Pristina. Los serbios, que representan alrededor del 8% de la población, viven prácticamente solos en el Norte, cerca de Mitrovica, y en el enclave de Štrpce, en el Sur. Tienen su propia economía, que se apoya sobre el comercio (de contrabando) y en el dinar serbio, mientras los kosovares usan el euro. La minoría serbia es sostenida por los movimientos nacionalistas que desde Serbia rechazan aceptar el statu quo.
Ningún país debe tolerar el contrabando
Por su parte, las autoridades de Kosovo quieren conseguir imponer su jurisdicción en las fronteras. Ningún país puede tolerar unas zonas de tráfico ilegal parecidas. Por consiguiente, la intervención de la policía en Jarinje estaba justificada. Pristina no puede tolerar el hecho de que las fuerzas de policía hayan sido perseguidas por los serbio-kosovares. Aunque actualmente los soldados de la KFOR, la fuerza de mantenimiento del orden de la OTAN, patrullan el lugar y la calma parezca estar volviendo poco a poco.
Así, no es casualidad que Hashim Thaci, el primer ministro de Kosovo, acuse a las "estructuras" serbias paralelas (léase, teledirigidas desde Belgrado) de estar implicadas en casos de violencia. Del otro lado, Boris Tadic, presidente serbio, ha tratado de limar asperezas calificando el ataque al puesto de policía de Jarinje de obra « vandálica » que persigue cuestionar el diálogo bilateral. Tadic hace lo que buenamente puede por minimizar el incidente fronterizo.
No podemos esperar que Serbia reconozca alegremente a Kosovo
Pero Tadic también sabe que su autoridad ante serbios ‘de pura cepa’ es limitada, pues es un político que parece dispuesto a realizar toda clase de concesiones para ganarse a la UE. En consecuencia, el presidente actúa lentamente, razón por la cual el Gobierno serbio, con la intermediación de Rusia, quiere incluir esta cuestión en el orden del día del Consejo de Seguridad. Rusia –como España y otros cuatro miembros de la UE [Eslovaquia, Rumanía, Chipre y Grecia] es uno de los 77 países del mundo que no reconocen kosovo. Otro motivo para que la UE, que ha tachado los sucesos de Jarinje de "intolerables",quiera negociar rápidamente.
La negociación pasa por ser, efectivamente, la única solución. No podemos esperar que Serbia reconozca alegremente a Kosovo en los próximos días. El daño infligido a su orgullo nacional aún perdura. Pero en cambio podemos esperar de Belgrado que éste autorice el comercio con Kosovo ; a Pristina habrá que pedirle, así pues, que no continúe vertiendo sal sobre la herida.Todo el mundo tiene interés en favorecer el comercio. Porque, en definitiva, el comercio es el mejor ungüento para normalizar las relaciones bilaterales.