unknows Opinión

Una Europa...¿alemana?

Publicado en 5 abril 2013 a las 14:41

Así es el título, pero sin interrogantes y por tanto sin dudas, de la última obra del sociólogo alemán Ulrich Beck. Su tesis es interesante, y también inquietante. Alemania se habría puesto a la cabeza de Europa, lo que ha constituido un imperativo histórico de la nación germánica, pero ahora por vía pasiva, con desgana, porque no le quedaba otra. Y Angela Merkel es la cabeza visible de este desplazamiento de poder que encumbra a Alemania al liderazgo continental.
El diktat de la austeridad forma parte del nuevo catecismo europeo, en el que unos mandan y otros son mandados. Ulrich Beck avisa de que la "Alemania europea" que deseaba el escritor Thomas Mann para absolver a su nación de los pecados que cometió en el pasado se torna ahora una "Europa alemana" por vía de hechos consumados. Y esto tiene consecuencias sobre la democracia de los países ahora llamados "periféricos", un eufemismo que no evita una profunda idea de desdén, y sobre la propia democracia alemana.

El último capítulo se ha firmado en Chipre. Ahora con consecuencias directas sobre los ahorradores, que deberán asumir los errores de los bancos. Las acusaciones cruzadas entre norte y sur se acentúan. Las comparaciones también. En la edición de Andalucía de El País Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada, publicó un artículo, luego censurado, que compara a Angela Merkel con Adolf Hitler. El autor luego matizó sus aseveraciones. Por su parte, el economista Germá Bel, en La Vanguardia, pone una pica en Flandes a favor de la Alemania de Angela Merkel, puesto que la política que aplicó Hitler

fue justo la contraria de la que ahora aplica Alemania, que insiste en abrir todavía más la UE al mundo. Hitler puso en marcha la máquina de la deuda para financiar programas militares. Para evitar el colapso exterior, cerró fronteras comerciales. A partir de aquí, la única forma de crecer para la economía alemana era la conquista militar. Una gran guerra a escala global era el resultado inevitable de la apuesta de Hitler por la expansión basada en deuda y el cierre del comercio. No se equivoquen: mucho más que la hiperinflación (1923), este es el trauma alemán. Ellos no quieren repetirlo. Nosotros no deberíamos ignorarlo.

No resulta fácil entenderse cuando todos se sienten víctimas. Y ese es el caso ahora, de los que pagan los rescates de su bolsillo, los contribuyentes alemanes principalmente, y los que sufren los mismos sin ser los responsables del desastre, los también contribuyentes, del sur de Europa. La crisis de liderazgo pasa otra página en Chipre, dejando a su paso más interrogantes sobre la gobernabilidad de Europa.

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