Comunidad Voxeurop Loretta Napoleoni sobre el terrorismo

“Europa no tiene medios para combatir a los yihadistas en su terreno”

Publicado en 31 marzo 2015 a las 11:20

Para esta especialista en terrorismo y sus flujos financieros, la organización terrorista de Daesh o, como se autodenomina, Estado Islámico (EI), no supone una amenaza directa para nuestro continente, sin embargo, los europeos no están preparados ni económica ni jurídicamente para hacer frente ni a los jóvenes radicalizados ni a los antiguos combatientes en Oriente Medio.

¿Qué amenaza supone para Europa el EI?

La amenaza se encuentra en los yihadistas europeos que partieron para Oriente Medio y que vuelven a Europa para realizar atentados, un fenómeno relativamente reciente. Durante mucho tiempo, los combatientes extranjeros en las filas del EI en Irak y Siria provenían de la Península Arábiga y de África. Pero, desde que se proclamó el califato, en junio del 2014, el EI ha reclutado muchos combatientes en Europa. Algo posible gracias a la formidable campaña de reclutamiento basada en vídeos de gran impacto, como aquel en el que tres jóvenes británicos hacen gala de los méritos de la yihad y de su apoyo a los combatientes islamistas, apoyándonse en el éxito del avance del EI en Irak y Siria. A esto se añade el seguimiento de los medios de comunicación occidentales, que han actuado – de manera consciente o no – como una caja de resonancia para la propaganda yihadista. El Estado Islámico aparece así como una potencia consagrada que ejerce todavía más fascinación entre los jóvenes europeos candidatos a la yihad.

¿Se sabe cuántos yihadistas vuelven de Siria y Libia a Europa?

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No se conoce la cifra exacta, pero se encuentra un mayor número de yihadistas que partieron para Siria y volvieron a Europa en el norte, especialmente en Bélgica. Se estima en 120 el número de combatientes de vuelta o que desean volver y que son bloqueados por diferentes razones en Oriente Medio. Pero de momento, los combatientes que vuelven no suponen un gran problema, al menos ante el que es el problema principal: el esfuerzo del EI por la conquista de Bagdad, ya que hasta que no se hagan con la capital iraquí y se consoliden, el problema del retorno de yihadistas continuará siendo algo secundario. Sin embargo, una vez el EI haya logrado sus objetivos de conquista territorial, surgirá el problema, pero más por la falta de interés que la vida dentro del “califato” pueda representar para los yihadistas europeos que por el objetivo de exportar la yihad en Europa. Muy similar a la vida en Arabia Saudí, la vida en el autoproclamado califato es bastante aburrida para los jóvenes que han crecido en Occidente: no hay apenas vida social fuera de los lugares privados, los hombres son estrictamente separados de las mujeres y la mayor parte de las diversiones está prohibida. Es por la misma razón por la que no se cree que la perspectiva de vivir siguiendo el “verdadero islam” les motive, pues los jóvenes yihadistas europeos no son unos ascetas que no beban ni fumen. Lo que les atrae es la lucha contra un opresor – el régimen sirio, iraquí o libio – y la instauración de la utopía política islámica formulada por los Hermanos Musulmanes, Al-Qaeda y así sucesivamente. Pero una vez esta utopía se haya logrado, es muy probable que estos jóvenes quieran volver a Europa.

¿Por qué lo hacen?

Porque quieren vivir de manera pacífica, marginados en sus países de origen, están imbuidos de un fuerte deseo de venganza, como hace ver el caso del tristemente célebre "Yihadi John", antiguo estudiante que se radicalizó y responsable de muchas decapitaciones de rehenes puestas en escena por el EI. Es por ello probable que quisieran continuar la lucha en sus casas. Existen también casos de aquellos que han partido y se han dado cuenta del error cometido: al retornar, probablemente, querrán volver a la normalidad ya en Europa.

¿Cómo reaccionan los países europeos ante esta perspectiva?

Muy mal, porque simplemente no tienen medios económicos. El problema del antiterrorismo europeo es esencialmente económico: la relación entre los recursos humanos y las técnicas disponibles para vigilar a los yihadistas europeos y su número es sin duda desproporcionada. Las fuerzas de seguridad europeas intentan evitar que vuelvan a Europa, pero entonces surgen problemas jurídicos y políticos: es casi imposible impedir el retorno al territorio nacional de un ciudadano en posesión de un pasaporte de ese país, así como probar que ha estado en Siria, Irak o Libia combatiendo. A esto se añade el hecho de que en este momento se supone que muchos países europeos están armando combatientes para luchar contra el EI en Siria, así que ¿cómo distinguir a los unos de los otros? El problema requiere una solución política: retirar la ciudadanía no es posible más que en contadas ocasiones, sobre todo si tienen otra nacionalidad. Lo más probable es que sean bloqueados en Siria. Es por esto que haría falta un acuerdo a nivel internacional sobre un procedimiento que permitiese a aquellos que deseen volver a sus países para resocializarse – aquellos “arrepentidos” de la yihad – hacerlo en condiciones de seguridad. En un reciente viaje a Bélgica, he tenido la oportunidad de hablar con representantes políticos, quienes me han dicho que la mayor parte de los belgas retornados de Siria, en su mayoría jóvenes adultos, se han dado cuenta de que han cometido una necedad y lamentan su actuación. Pero también tienen miedo de ser acosados al volver. Con el fin de animarles en su reinserción, un procedimiento pensado para facilitar su vuelta se hace indispensable.

¿Y aquellos que quieren volver a Europa para realizar atentados?

Aquellos que han partido para combatir en Irak, Siria o Libia y están convencidos no contemplan el volver. Y aquellos que vuelven son estrechamente vigilados. El verdadero daño viene sobre todo de personas como el autor del ataque de Copenhague o de Ottawa, que no han estado luchando en Oriente Medio. De estos, no se sabe nada hasta que pasan a la acción. Estas personas son a menudo radicalizadas en universidades o pequeñas mezquitas, que escapan al control de las fuerzas de seguridad. La radicalización se produce también en las prisiones, como se ha visto con el autor de los ataques de Copenhague. El verdadero peligro viene entonces de este conjunto de jóvenes de cultura musulmana que ha nacido y vivido en Europa, y que se ha radicalizado a través de las redes sociales, videos, Skype y webs islamistas. Y que actúan cada uno por razones diferentes, como ha quedado demostrado con los atentados de París y Copenhague, donde cada autor tenía su reivindicación – de Al-Qaeda en la Península Arábiga al EI y Gaza. En general, se sienten frustrados por su condición, que perciben como inferior a la de sus compatriotas, y la admiración por el EI, que fortalecido por sus éxitos militares en Siria, y sobre todo en Irak, y gracias a una propaganda salvajemente orquestada, ejerce sobre ellos esa gran atracción que otorga el poder. El Estado Islámico demuestra un conocimiento perfecto de cómo tienden a reaccionar los occidentales y cuáles son sus debilidades. La consternación provocada en Europa por la destrucción de los tesoros arqueológicos del museo de Mosul y de los restos de viejas ciudades como Nimrud y Hatra es la mejor prueba. El misterio que rodea al grupo que dirige el EI, además de que su financiación alimenta la circulación de leyendas sobre su influencia, contribuye a esa fascinación de los jóvenes radicalizados.

¿Se sabe de cuánto dinero dispone el EI y de dónde viene?

Se saben muy pocas cosas, porque el EI trabaja con una economía estática. Existe el contrabando y el dinero que ha sido saqueado de los bancos de Mosul. Se puede estimar su “PIB” entre 2.000 y 4.000 o 5.000 millones de dólares al año. Estas estimaciones se basan en lo que nos han permitido saber a través de documentos que ellos, en mi opinión, han querido que se encuentren. Parece mucho, pero recuerdo que la CIA estimó en los 90 el PIB de la OLP, considerada en la época como una organización terrorista en los territorios palestinos ocupados, en una cifra de entre 8.000 y 12.000 millones de dolares. A diferencia de la OLP, el EI es mucho menos corrupto y mejor administrado.

¿Sus flujos financieros están relacionados con Europa o son exclusivos de Oriente Medio y el mundo árabe?

El Estado Islámico recibe financiación del mundo entero, en particular de los países del Golfo. Los combatientes extranjeros reciben dinero de sus parientes, amigos y simpatizantes, pero se trata de pequeñas cantidades, siempre por debajo de los 300 dólares, ya que así el rastro no se puede seguir, y enviadas a traves de la compañía Western Union o la hawala, el sistema de transferencia islámico. Este dinero no va directamente al EI, sino al combatiente yihadista, que lo depositará a su vez en el EI, utilizándolo este después para retribuciones siempre moderadas.

¿Los países europeos pueden continuar trabajando con países que financien el EI?

Estos deberían cambiar de política exterior. Es necesario rediseñar el mapa de Oriente Medio, porque pertenece a una herencia de una Guerra Fría acabada. El fracaso de la “Primavera Árabe” y de la intervención occidental en Libia nos hacen ver que este mapa será rediseñado con sangre. El peligro más grande para Europa no son los yihadistas que vuelven de Oriente Medio, es la muerte del comercio con la Orilla Sur y Este del Mediterráneo y la amenaza que supone para el comercio con Asia la conquista de Yemen, que controla el acceso al Mar Rojo, por fuerzas hostiles a Occidente. A esto se añade la piratería, pues los navegantes y ferris que circulan por el Mediterráneo están expuestos a ataques de piratas que provienen de Libia.

Precisamente, en Libia, el EI parece llegar a pocos centenares de kilómetros de las costas europeas.

Como tal, el EI no está en Libia, pero sí ha enviado un pequeño grupo para establecer relaciones políticas con grupos yihadistas radicados en el territorio. Hasta hace poco, el EI tenía relaciones basadas esencialmente en el comercio de armas, porque es en Irak y Libia donde se encuentran los dos más grandes arsenales caídos en manos de los yihadistas en los últimos años.
La realidad libia, donde existen más de 1.700 grupos armados de diferentes bandos, es más complicada que la siria o la iraquí. El Estado Islámico aplicaría la misma estrategia utilizada en Irak entre 2011 y 2013: controlar o destruir los diferentes grupos hasta que no quede más que uno en el territorio. Pero este es un trabajo largo, y mucho más difícil de llevar a cabo en un país esencialmente tribal y fragmentado como es Libia.
Es más probable que Libia se transforme en un “Estado fallido”, como Somalia, que en un sucedáneo de Siria, donde cada grupo controla una parte del territorio.

Recientemente, el diario español El País ha publicado un artículo afirmando que los yihadistas esperan aprovecharse de la situación en Libia para mezclarse con los inmigrantes que llegan por barco a Europa y cometer ataques. ¿Esto le parece posible?

No, porque el viaje en barco con los inmigrantes es muy peligroso, y una vez en Europa, son recluidos en campos de retención. Además, existe el problema del transporte de armas, que no debería pasar desapercibido. ¿Qué necesidad tendría venir a Europa, ahora que hay muchos terroristas potenciales en Europa?¿Qué necesidad tendría un yihadista libio de atravesar el Mediterráneo para poner una bomba en Madrid? Es algo que no tiene sentido. En lo que están interesados los yihadistas es en poseer los recursos naturales de esos países y de instaurar su ley.

¿Esto quiere decir que la propaganda del EI estaría más centrada en reclutar combatientes occidentales para Siria, Irak y Libia que en exportar la yihad a Occidente?

Absolutamente. Y es algo que funciona, como demuestra el aumento del número de combatientes salidos de Europa en los últimos meses. La propaganda del EI también sirve para aterrorizarnos. Los últimos ataques no han sido tan espectaculares ni mortales como el 11-S, y sin embargo han tenido el mismo efecto en nuestras sociedades e imaginario colectivo. Ellos saben utilizar muy bien los medios occidentales como difusores de su propaganda. Basta con ver el impacto que el atentado a Charlie Hebdo ha tenido en la opinión pública, amplificado por exageraciones poco serias de los medios o en busca de una información sensacionalista, en ocasiones en perjuicio de la verdad. En aquellos jóvenes frustrados y poco instruidos, el efecto es mucho más potente.

Loretta Napoleoni, "El fénix islamista" (Planeta, 2015).

(Fotografía: Channel 4 News)

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