Un rostro para el euro

Publicado en 11 enero 2013 a las 14:34

¿Qué es aquello que muestra matices de gris, marrón y verde, es ligero y se puede meter en el bolsillo? La última broma de Mario Draghi, dirán los espíritus cáusticos. Pero el nuevo billete de 5 euros, porque de eso se trata, es la prueba más clara y concreta de que la fe en el futuro de la moneda única permanece inquebrantable en las autoridades europeas. ¿Hay algo más simbólico a ojos de la opinión pública, de los políticos nacionales, y de los mercados, que la introducción de un nuevo modelo de billete?

El presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha preferido poner el acento en la nueva imagen del billete: la presencia de un rostro humano, el de la figura mitológica que encarna a Europa, según el modelo de una cerámica griega conservada en el Museo del Louvre de París. Hasta ahora, los billetes en euros no incluían otra cosa que monumentos imaginarios que ilustraban la historia de la arquitectura europea de la Antigüedad hasta nuestros días.

En el momento del lanzamiento de la moneda única, los dirigentes europeos, tras una profunda reflexión, rechazaron la posibilidad de mostrar en los billetes personalidades o monumentos reales. ¿Quién, entre Goehte, Cervantes o Victor Hugo habría ilustrado los billetes de 500 euros? ¿Por qué preferir el Coliseo a la Acrópolis (o a la inversa)? Por temor a herir las sensibilidades nacionales y hacer impopular a esta divisa artificial, se tomó la decisión de inventar monumentos tipo. Bajo el riesgo de reforzar el carácter impersonal del euro.

Más de diez años después de la introducción de monedas y billetes, este planteamiento parece superado. Incluso la crisis de la zona euro no parece haber puesto en cuestión este nuevo hábito diario de los europeos. Así que, ya que se ha dado un primer paso, podríamos animar al BCE para que fuera más lejos en su audacia.

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Cuando la UE recibió el Premio Nobel del Paz, muchos, incluyendo a los dirigentes políticos, señalaron que esta recompensa se había atribuido tanto a los Padres Fundadores de la construcción europeacomo a sus continuadores actuales. Así que, ¿por qué no ir hasta el fondo de este homenaje y dedicar los nuevos billetes a Robert Schuman, Jean Monnet, Altiero Spinelli o Paul-Henri Spaak, por no citar más que algunos? Algunos pondrán la objeción de que no son lo suficientemente conocidos por el gran público y que encarnan una visión tecnocrática de Europa. Pero sería justamente el medio de integrarlos como referencias históricas y culturales comunes de los europeos (aunque sea únicamente entre los países miembros de la zona euro). Y en todo caso sería mejor que los monumentos inventados que nadie puede visitar.

Nada impediría seguidamente ilustrar nuestros billetes con escritores, pintores y músicos, como era costumbre en nuestras antiguas monedas nacionales. Para, por fin, hacer del euro una moneda con rostro humano.

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