“La CDA debe salvar la cara”, titula De Volkskrant. El partido democristiano, miembro de la coalición dirigida por los liberales, se ha visto desestabilizado por el caso de un angoleño de 18 años al que se le ha negado el derecho de asilo. El ministro de Inmigración y Asilo, Gerd Leers, de la CDA, ha decidido que el joven, que vivía desde los nueve años con una familia de acogida neerlandesa, deberá abandonar los Países Bajos, con la excusa de que su situación “no es tan dramática” como para justificar la concesión de un permiso de residencia excepcional.
Existen divergencia de opiniones en el seno del partido con respecto a este caso, hasta el punto de que un 85% del mismo votó el 30 de octubre a favor de una resolución que determina que “no se acepta la expulsión de refugiados menores solos y tampoco corresponde a los principios del CDA”. Dicho texto, que contradice la política gubernamental y el programa del partido, acentúa las divergencias en el seno del mismo.
El diario de centro izquierda señala que “un año después de la voltereta política sin red” que supuso la participación en un Gobierno impulsado por el populista Geert Wilders, la CDA “se encuentra en una situación de depresión profunda”, que se refleja en los sondeos. Para un cronista de Trouw, el caso demuestra sobre todo una “impotencia política desastrosa para la confianza del Estado”. La CDA deberá “volver a coger el toro por los cuernos [...] pero no tendrá éxito en su cooperación actual con el PVV”.