La dimisión de Umberto Bossi, fundador y hasta hace poco líder indiscutible del partido populista e independentista, supone para La Stampa todo un “terremoto” en el seno de la Liga Norte y representa, según el diario de Turín, “la rendición que cierra una era”.
Bossi se ha visto arrastrado por las revelaciones sobre el dinero público que su partido malversó para cubrir gastos de gente de su entorno, entre ellos los de su sucesor, Renzo. Un triunvirato se ocupa por el momento del puesto de secretario del partido, pero a Bossi ya se le ha ofrecido el cargo honorífico de presidente.
Según el diario deTurín, “no se trata de una casualidad que el adiós de Umberto Bossi llegue menos de cinco meses después del de Silvio Berlusconi”, que gobernó en tres ocasiones en coalición con la Liga. “Como algunas viudas inconsolables, al final, uno no podía sobrevivir sin el otro. Su abandono de la escena política cambia radicalmente, y probablemente para siempre, el perfil de la derecha italiana y el panorama político nacional en su conjunto”.
SegúnLaRepubblica, el independentista Bossi es víctima de un “peculiar contragolpe”, lo sufre él que “durante años ha echado pestes contra una ‘Roma ladrona’ y contra ‘el Estado vándalo’. A los ladrones la Liga los tenía en casa y los Bossi también. Y en cuanto al vandalismo, él mantenía sus oficinas a costa del dinero de los contribuyentes”.
Sin embargo, señala el Corriere della Sera, la imagen del fogoso “Senatùr” que evocaba periódicamente la secesión de una Padania imaginaria estaba ya en decadencia desde hace tiempo:
El líder rebelde estaba cautivo en su propia paranoia política, más obsesionado con el “complot” conforme su liderazgo se debilitaba, cada día ha perdido un poco más el contacto con el amplio mundo de los pequeños empresarios del Norte que habían apostado por la Liga. […] Quienes creyeron en la revuelta fiscal, en la emancipación de la burocracia y de la maquinaria estatal y en la libertad del Norte ya no confían en el espejismo de la Liga”.