“¿Quién va a solucionar esto?”, se plantea De Volkskrant. El 21 de abril, el líder del Partido por la Libertad (PVV), Geert Wilders, decidió no apoyar las medidas de austeridad propuestas por el Gobierno para reducir el déficit presupuestario al 2.8% en 2013. Esta decisión conlleva sentenciar la caída del gabinete de Mark Rutte.
“No tolero que las personas mayores tenga que pagar por las absurdas reivindicaciones de los habitantes de Bruselas”, explicó Wilders al referirse a los cálculos de la oficina central del Plan, según la que los recortes de 14,2 millones de euros implican una pérdida de poder adquisitivo del 3% para las personas mayores, un freno al crecimiento y un aumento del paro. Las medidas afectan especialmente a la sanidad, a las pensiones, a los salarios públicos, al IVA, a la ayuda a los países en desarrollo y a las deducciones de los intereses de los préstamos hipotecarios.
Tras siete semanas de negociaciones, “la bomba que Wilders ha soltado sobre el Gobierno Rutte ha sumido a los Países Bajos en un periodo de incertidumbre”, considera De Volkskrant. Porque sin el apoyo del PVV, el Gobierno de coalición entre cristianodemócratas y liberales ya no cuenta con mayoría parlamentaria. El primer ministro, Mark Rutte debe solicitar este lunes a la reina Beatriz que disuelva la Segunda Cámara para convocar elecciones anticipadas.
“La nueva línea de defensa del PVV, ‘Nosotros no queremos recortes presupuestarios ordenados desde Bruselas’, es insolente”, escribe Trouw, que recuerda que en 2010, Wilders firmó un acuerdo gubernamental que fijaba el déficit máximo en 2,8%. El diario aplaude el hecho de que el PVV quede así “desenmascarado”, pero lo hace sin alegría: “Si la crisis no fuese tan grave, los Países Bajos darían un suspiro de alivio”.