“La rápida escalada de las tensiones entre la Comisión Europea y Gazprom preocupa a los países de Asia central que dependen mucho de sus exportaciones de hidrocarburos a la UE”, explica Le Temps. En las capitales de las antiguas repúblicas soviéticas, se defiende la postura de no tocarle la fibra sensible a Moscú con asuntos tan delicados como los hidrocarburos, para garantizar así una estabilidad que beneficia a todos. Según recoge el diario suizo, concretamente en Astaná, “Kazajistán pretende aumentar su participación en los tres grandes consorcios petrolíferos occidentales, Chevron, Shell y Total”.
Por otro lado, “el régimen autoritario del rico presidente Nursultan Nazarbaiev teme que la investigación europea sobre Gazprom incite de rebote, y en el corto plazo, a que Bruselas revise las prácticas de las compañías energéticas en Asia central”, subraya el diario de Ginebra.
Además, según destaca Le Temps, Astaná no quiere renunciar a la diversidad de su clientela: “Kazajistán teme que una nueva crisis energética entre Moscú (su principal socio para el transporte y el refinado) y Bruselas (su principal cliente) favorezca a Pekín”, el otro gran actor del petróleo kazajo. Ahora bien, Astaná no quiere vincularse en exclusiva a un único cliente.
En lo que respecta a Europa, un antiguo experto de la Comisión alerta desde las páginas de Le Temps de que:
El verdadero desafío energético para los Veintisiete sigue siendo tener una política común a largo plazo y asegurarse de que los gigantes petrolíferos europeos, presentes tanto en Asia central como en otros lugares, no vayan en contra de los intereses de los 500 millones de consumidores de petróleo y gas de la Unión.