Ni el presidente checo, Vaclav Klaus, ni el primer ministro, Petr Necas, asistirán a la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz en Oslo el próximo 10 de diciembre. Klaus, un conocido crítico de la UE que ya había calificado la decisión del comité de “chiste trágico”, no ha dado motivos que justifiquen su ausencia, escribe Mlada Fronta Dnes, mientras que Necas ha mencionado “compromisos previos”. Únicamente el ministro de Exteriores y candidato a las elecciones presidenciales de enero, Karel Schwarzenberg, “quiere asistir, pero nadie le ha invitado”. Que ninguno de los "pesos pesados" checos asistan a la ceremonia de Oslo no es un asunto relevante, publica el diario, puesto que
Casi nadie se dará cuenta y Bruselas ahorrará dinero al no tener que vigilar sus pequeños objetos [hace referencia a un viaje de Klaus a Chile, en el que se quedó con una pluma]. Este asunto carecería de relevancia si no fuese porque es un símbolo de la relación confusa y defectuosa entre nuestro país y la UE. [...] Sin la UE, la existencia de la República Checa y la de Europa Central están en una situación tan precaria como antaño.
Si concederle a la UE el premio hoy en día es un error, el diario sugiere que “los padres fundadores de la Unión, como Adenauer, Churchill, Schumann o Spinelli, hubiesen tenido que recibir uno cuando todavía estaban vivos”.
Lidové Noviny, por su parte, pide una "crítica no un boicot". El periódico reconoce que la UE “puede que no sea el ganador ideal” y cree que es mejor realizar críticas concretas a la política de la UE en lugar de expresar su descontento simplemente boicoteando toda la ceremonia.
Ya no se trata “solo de la euroescéptica República Checa y Gran Bretaña, sino también de Eslovaquia”, que no acudirá a la celebración, añade SME. El diario de Bratislava explica que debido a los “serios problemas” que requieren su inmediata atención en casa, el primer ministro eslovaco Robert “Fico no asistirá a la ceremonia del premio Nobel de la Paz”. Y el presidente Gasparovic tampoco, pues en su lugar se encaminará a Praga, para decir adiós a Klaus, que pronto la abandonará.