“La UE siempre ha tenido problemas a la hora de definir sus fronteras exteriores. Ahora este problema lo resuelven los propios Estados candidatos: la mayoría abandonan sus sueños de integración”, escribe el columnista Jedrzej Bielecki en Rzeczpospolita. El diario apunta que además del euroescepticismo en auge en los países más ricos, como Islandia, que no quiere seguir adelante con las negociaciones de adhesión, el entusiasmo por la integración flaquea en los candidatos más pobres, como Ucrania, que, a pesar del estímulo de Polonia, no puede decidir si quiere acercarse más a la UE o no.
También la opinión pública de Turquía vuelve la espalda a la adhesión a la UE. Parece que, en los años venideros, Croacia será el último Estado en adherirse de los Balcanes, pues otros candidatos de la región sienten que el acercamiento a la UE no justifica el dolor que las reformas en aras de la adhesión supondrían.
Según el diario de Varsovia:
Este es el resultado que arrojan cinco años de crisis en los que los líderes de la UE no han sido capaces de tomar las decisiones importantes que eran necesarias para restaurar la credibilidad del euro. Al mismo tiempo, la debilidad de Francia, Italia y España ha conllevado el dominio político de Alemania sobre la Europa unida y un reavivamiento de resentimientos del pasado. La crisis de la eurozona no se debe únicamente a las defraudadoras autoridades griegas o a inversiones imprudentes de bancos españoles, sino también a los errores estructurales de la una unión monetaria creada por alemanes y franceses. Pero hoy parece que únicamente los países más débiles de Europa pagarán por el fracaso del euro. Y eso hace que también los países candidatos tengan mucho en qué pensar.
Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves