El presidente irlandés Michael Higgins está siendo objeto de fuertes críticas tras una entrevista concedida al Financial Times en la que afirmó que la UE era “hegemónica” y que se enfrenta tanto a una “crisis moral” como a una económica. También instó al Banco Central Europeo a que aplicara reformas o asumiera el riesgo de un levantamiento social y la pérdida de legitimidad popular. Ha suscitado la ira de críticos que afirman que ha superado los límites constitucionales de su función. Pero esto no debería hacer que el primer ministro irlandés Enda Kenny adopte “la función de censor”, como escribe el diario Irish Times:
Al expresar su apoyo a una Europa social y el rechazo a un neoliberalismo ortodoxo, quizás el presidente, con su estilo inimitable, se está desviando del horizonte ideológico del Gobierno. [...] Higgins, al sobrepasar los límites y al instar a que desarrollemos una nueva visión de la UE y de nuestro lugar en ella, está desempeñando una función fundamental para estimular, sin decidir, un debate que es necesario desde hace tiempo.
La constitucionalidad de los comentarios de Higgins es un asunto que debe dejarse en manos de Irlanda, señala en un editorial el Financial Times . Pero “los asuntos que ha tratado son precisamente aquellos con los que nos gustaría que lidiaran públicamente los políticos elegidos”. El diario económico prosigue:
Puede que Higgins piense que existen argumentos morales para estar en contra de la austeridad. Pero también es moralmente importante plantearse si los préstamos de hoy van a ser una carga para las generaciones futuras; y si el endeudamiento público se destina a los intereses de personas influyentes y privilegiadas. No obstante, tiene razón al decir que ese debate debe tener lugar.
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