El 29 de mayo de 2010, Viktor Orbán se convirtió en primer ministro. Tres años después, Magyar Hirlap realiza un balance positivo de su actuación económica, y juzga que “las medidas no ortodoxas son eficaces”. El diario conservador considera que:
el Gobierno de derecha heredó "una economía en ruinas", pero que Hungría está ahora en vías de construir un modelo de éxito [...] Para evitar las medidas de austeridad, decidió implantar múltiples impuestos nuevos, particularmente en contra de las multinacionales que, hasta entonces, había cosechado grandes beneficios. [...] Además, a pesar de la crisis, la deuda pública ha disminuido claramente.
Por su parte, Népszava denuncia que "el Fidesz emprende una loca carrera por el poder". El diario de izquierda enumera las medidas "gubernamentales aprobadas bajo el signo del orbanismo", algunas de las cuales son "contrarias al programa inicial de Fidesz":
las deterioradas relaciones con la Unión Europa, el aumento del paro [11,2% de la población activa], el injusto impuesto único sobre los ingresos, el aumento del IVA al 27% (la tasa más elevada de Europa), la disminución del gasto público en sanidad, las leyes anticonstitucionales...