“Rusia quiere la integración en la UE”, escribe Rzeczpospolitaevocando la carta de Vladimir Putin publicada un día antes en Süddeutsche Zeitung. El primer ministro ruso despliega en ella su ambicioso proyecto de una “comunidad económica armoniosa que se extendería de Lisboa a Vladivostok”, e invoca la creación de una zona de libre intercambio y la creación de lazos económicos más estrechos entre la UE y Rusia. Para conseguirlo, estima Putin, deben darse varias condiciones: de entrada, Rusia debe ingresar en la OMC; además, el régimen de visados entre la UE y Rusia debe experimentar una profunda revisión y ponerse en marcha una cooperación de gran alcance en el dominio científico, tecnológico y de la energía. “El plan marca un giro en la mentalidad de Putin”, observa en el periódico un experto de la Fundación Bertelsmann según el cual el líder ruso era más bien favorable a un acercamiento económico con Extremo Oriente y el espacio ex soviético. Un miembro del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales enfriaba el entusiasmo afirmando que “Putin espera que la UE adapte su legislación en nombre de la cooperación con Rusia, pero esto no es realista”, aun cuando sea “un signo alentador de que por primera vez Rusia comienza a tratar seriamente a la UE como una entidad”.
Live | IA, medios de comunicación y democracia: ¿una ecuación imposible?
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