La comunicación a terceros de la evaluación de un país antes de que se produjese el anuncio oficial, conflicto de intereses y mala gestión del personal son características que se recogen en el informe del supervisor bursátil europeo (ESMA, por sus siglas en inglés) publicado el 2 de diciembre. En él se señalan algunas anomalías que se producen en el seno de la agencias encargadas de evaluar la capacidad de los Estados para devolver sus préstamos, según difunde Le Temps, en Ginebra. Basándose en este informe, el diario describe que los grandes actores de este mercado de la calificación no han acatado las normas estrictas que la Unión Europea públicó el 20 de junio pasado.
El País considera que el supervisor bursátil europeo concede un "suspenso" a las agencias de calificación. En su editorial explica que “una de las anomalías más destacables se refiere a la influencia directa de los dirigentes de esas empresas calificadoras, mediatizando la necesaria independencia de los analistas responsables de la calificación”. Y el diario español concluye con que:
es necesario que desaparezca el oligopolio que de hecho domina esa actividad, dando entrada a otras agencias que evalúen con la destreza técnica y la independencia necesarias. Esperemos que este paso dado ahora por la ESMA no se quede en un episodio aislado. La confianza en las instituciones es necesaria siempre, pero cuando de los mercados financieros se trata se ha de ser tan riguroso en la detección de anomalías como decidido en la aplicación de las sanciones que procedan.