“Si hay un país que se ha beneficiado de la crisis ucraniana, es Bielorrusia”, escribe Nezavissimaïa Gazeta, informando de que Minsk recientemente ha abandonado su estatus de paria internacional y que su presidente, Alexander Lukashenko, ya no está considerado como el “último dictador de Europa”. Pero el diario ruso añade que el papel de Bielorrusia para la resolución del conflicto ruso-ucraniano ha permitido cambiar la visión sobre “este Estado dirigido por el ‘último dictador europeo’”, e impulsarlo en la escena política europea, no se trata “sino de un comienzo”.
Para Nezavissimaïa Gazeta, Lukashenko, al que el diario describe como políticamente hábil en la medida en que su “estrategia de entre Occidente y Rusia ha dado resultado hasta ahora”,
podrá servirse tanto de Moscú, que no quiere perder a su socio, como de Occidente, que no quiere a una Rusia más fuerte y menos aún el desarrollo de la Unión Aduanera [con Rusia y Kazakistán].
Además,
podría intentar transformar Minsk en “plataforma mundial” de las relaciones entre Rusia y Occidente [...]. O incluso en plaza bursátil de la UE y de la Unión Aduanera, puesto que los europeos sueñan con crear una zona de librecambio con esta última. Tal proyecto, que podría impulsar a Bielorrusia en la primera escena de Europa, mejorar su imagen y ofrecerle beneficios económicos nada despreciables, no puede sino interesar a Alexander Grigorievich Lukashenko, que no ha parado de predecir un destino fuera de lo común para su país.