Hay tensión entre las dos partes que antaño constituyeron el Imperio Austro-húngaro: en su visita oficial a Hungría, el pasado 15 de octubre, el presidente austriaco Heinz Fischer “ciertamente recibió una calurosa acogida*, escribe Kurier,
todos estos gestos de simpatía y testimonios de buena vecindad [...] no pueden esconder el hecho de que exista un verdadero problema entre Viena y Budapest.
Según las palabras del presidente austriaco, la “gran nube” es la ley sobre tierras agrícolas. El diario vienés explica que
Desde el pasado 1 de mayo, una nueva ley se aplica en Hungría. Pone fin con efecto retroactivo a todos los contratos de usufructo adquiridos desde 1994, confiriendo a los beneficiarios el uso y disfrute de tierras agrícolas e incluso de simples jardines. Resultado: casi doscientos agricultores y numerosos propietarios de residencias secundarias están bajo amenaza de expropiación.
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Numerosos austriacos podrían así ser parte interesada, y el diario precisa que “desde hace meses Austria dirige quejas a la Comisión Europea por este tema”. Esta hará pública su decisión a finales de este mes.
A la cuestión agrícola se añade la actitud del primer ministro húngaro Viktor Orbán hacia los bancos austriacos, muy presentes en Hungría. Así, Kurier recuerda que
Una nueva ley obligará a estos últimos a cambiar en florines, a un tipo fijado por el gobierno, la totalidad de sus créditos en divisas extranjeras. Una medida que podría costar hasta 3.200 millones de euros a los bancos implantados en el país.
“Estos proyectos todavía vagos podrían se acumular como nubes negras entre los dos países”, concluye el diario.