El papel de Alemania en Europa

El cuarto reich...¿va en serio?

Publicado en 3 abril 2015 a las 18:27

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¿Dónde se sitúa Alemania en Europa?¿Y está justificada la opresión sobre sus vecinos del Sur en comparación con el dominio de los negros días del control nazi? Estas son algunas de las preguntas que un grupo de periodistas intenta responder en una investigación para el semanario alemán Der Spiegel. Inspirándose en el oscuro pasado de Alemania, argumentan que el “reacio líder” europeo se considera, de forma paradójica, demasiado grande, y a la vez demasiado pequeño, como para cumplir su papel actual:

La eurozona está sin duda controlada por Alemania, aunque Berlín no es indiscutible, pero, aun así, tiene mucho que decir en el destino de millones de personas de otros países. Tal poder crea una gran cantidad de responsabilidad, pero el Gobierno [alemán] y sus políticos, sin embargo, se comportan en ocasiones como si estuvieran liderando un pequeño país.

Alemania se ha hecho con el dominio político a través del éxito económico, pero está muy poco preparada para asumir un liderazgo político, pues sus intereses a corto plazo se verían comprometidos, argumenta Der Spiegel. Su descaro diplomático nace de un intransigente deseo de ver a todos los miembros de la eurozona compartiendo los principios alemanes de ahorro y eficiencia. Esto es algo que hace que cada vez sean más los que se oponen a la hegemonía alemana —

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Para la gran mayoría de los críticos con la política alemana, una sola palabra representa sus quejas: austeridad. Referida a las políticas de ahorro, es un concepto que tiene connotaciones positivas en Alemania. Pero en los países europeos más castigados por la crisis de la deuda, esto supone una oscura política privativa impuesta desde fuera. Alemania no solo exporta bienes, sino también sus reglas.

Entrevistando a personas contrarias a la política alemana de Grecia, Italia y Francia, el equipo de Der Spiegel hace ver que las comparaciones con el Tercer Reich se originan en los esfuerzos de Alemania por salvaguardar sus propios intereses económicos. Mientras que los periódicos quitan peso a tales declaraciones, afirmando que “nadie asociaría hoy a Merkel con el Nazismo”, también añade que “una reflexión más amplia de la palabra “Reich” o Imperio, podría no estar del todo fuera de lugar”. Para Alemania, sin duda, supone una poderosa influencia más allá de sus fronteras imponer políticas de austeridad a los socios económicos reacios a estas.

Los precedentes históricos aportan inquietantes lecciones para el actual líder de Europa. El Segundo Reich Alemán, formado bajo el poder de Bismarck y derrotado en la Primera Guerra Mundial, se encontraba en un posición precaria: se había convertido en el poderoso líder de Europa y todavía no era lo suficientemente fuerte como para dominar todo el continente. Alemania, argumentan los autores, se encuentra en una situación similar en la actualidad. Su superávit comercial es hoy de 217.000 millones de euros, mientras que las exportaciones de capital de los bancos alemanes han extendido sus intereses económicos por toda Europa. Pero a la vez que Alemania se hace cada vez más fuerte, es también más vulnerable al colapso del sur de Europa. Una vez más, es demasiado grande y pequeña a la vez para liderar el continente con eficacia —

Los acreedores quieren tener poder sobre sus deudores, pues los primeros tienen miedo de no volver a ver su dinero. Alemania podría pagar las deudas de Grecia, pero no las de Italia y España.

La cuestión sigue siendo de qué manera tendría Alemania que tomar la responsabilidad de ser el país más fuerte de Europa. Der Spiegel concluye con la opinión de Hans Kundnani, un especialista de la política exterior alemana radicado en Londres. “Una auténtica hegemonía como la estadounidense”, escribe Kundnami, “ no establece sólo normas, sino que también crea incentivos para aquellos que gobiernan y forman parte del sistema”. Esto requiere de la creación de un sistema que beneficie a todos sus miembros, dejando atrás el cortoplacismo por una política económica más magnánima.

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