“Sin concesiones y con más vigilancia" son las soluciones de David Cameron para una “Gran Bretaña rota”, titula The Guardian, que relata los intentos del Gobierno británico por identificar las causas y las consecuencias de los recientes disturbios. El número de policías que realizan entrenamientos antidisturbios aumentará considerablemente, indica el periódico de izquierdas, que recoge como el primer ministro ha prometido “cambiar por completo las vidas” de 120.000 familias para corregir lo que ha llamado “un colapso moral a cámara lenta”.
Mientras tanto, en una polémica decisión, se ha permitido a los jueces de primera instancia hacer caso omiso a las directrices para la imposición de penas a la hora de castigar a los protagonistas de los disturbios. Un estudiante de 23 años “ha sido enviado a prisión seis meses por robar botellas de agua con un valor de 3.50 libras [3,98 euros] en un supermercado”.
Siendo un supuesto progresista, Cameron está hablando de una forma preocupantemente "thatcheriana" según un artículista de The Guardian: “frío, cínico y algunas veces bastante extraño”. Los críticos a la reacción de Margaret Thatcher tras los disturbios de Brixton en 1981 descubrieron su “incapacidad para hacer comentarios adecuados cuando hacía falta una mayor comprensión de la situación social”. Hoy debemos decir lo mismo sobre Cameron, según el diario.