“No hay nada de inevitable en la salida de Gran Bretaña de la UE. Pero la historia ya puede escribir que David Cameron ha situado a la nación en esa vía”, escribe el columnista del Financial Times Philip Stephens, después de que el primer ministro británico hablara en Londres el 23 de enero.
Esa no era la finalidad del primer ministro al pronunciar su demorado discurso sobre el futuro de Gran Bretaña en Europa. Aunque prometió una renegociación dura sobre las condiciones de la pertenencia británica, seguida de un referéndum en el siguiente mandato si los Conservadores ganan las elecciones generales de 2015, en realidad estaba defendiendo la permanencia del país. Más que un ejercicio de política, parecía un número de equilibrista: un discurso calculado para mantener unido a un Partido Conservador fraccionado y cada vez más euroescéptico, en lugar de la expresión de una política audaz.
“Gran Bretaña celebrará un referéndum sobre la UE”, publica en sus titulares el diario Daily Express y asegura que se trata de una victoria de su propia campaña en contra de la pertenencia a la UE. El columnista Patrick O'Flynn señala que Cameron ha anunciado su intención de liderar un voto proeuropeo, aunque desconoce las concesiones que podrá negociar. Y prosigue:
Cameron tiene una oportunidad de pasar a la historia como el primer ministro que marcó una era al opinar que a Gran Bretaña le espera un futuro mejor fuera de la UE como nación comercial global. Dado que las tendencias económicas a largo plazo sitúan a Europa en una posición de desventaja, mientras que otras regiones de la economía global crecen rápidamente, espero que se una a la opinión de este periódico y de sus lectores cuando realmente tenga lugar el referéndum. Muchos en Westminster dirán que es algo impensable. Pero hace dos años también dijeron que era impensable un referéndum sobre la pertenencia a la UE. Y miren dónde hemos llegado.
La decisión de dejar en manos del pueblo la pertenencia a la UE constituye “un llamamiento de alto riesgo pero valiente”, escribe Tom Newton Dunn, editor político de The Sun, que compara esta acción con poner “una pistola cargada en las cabezas de los líderes de la UE y decirles: devuelvan a Gran Bretaña lo que pide o puede que nos marchemos”. Describe las próximas negociaciones del primer ministro como “una partida de póquer con Bruselas con intensos faroles y con apuestas de lo más arriesgadas” y añade lo siguiente:
El éxito o el fracaso en esta andadura tiene el potencial de definir todo su mandato. Hoy, el primer ministro es culpable de una de sus propias acusaciones, ya que él también ha intentado hacer caso omiso de la enorme división en el país sobre la cuestión de Europa, con la esperanza de que simplemente desapareciera. Pero no ha sido así y ahora intentará convertir ese fallo en una virtud. Al menos, Cameron ahora se enfrenta a la cuestión de frente y sólo por eso merece ser elogiado.
Para Iain Watson, el corresponsal político de la BBC, la decisión del referéndum será del agrado de los muchos euroescépticos en el partido de Cameron y unirá a los Conservadores en las elecciones de 2015, pero el proceso de la renegociación puede desencadenar en última instancia futuras divisiones.
Lo que no ha dicho hoy el primer ministro es qué haría si con las negociaciones obtuviera menos de lo que espera. Los laboristas y los liberal-demócratas afirman que David Cameron está generando una incertidumbre perjudicial para los negocios, pero les ha planteado un desafío. ¿Pueden permitirle que sea el único líder de un partido político importante que ofrezca a los votantes la posibilidad de decidir sobre la pertenencia a la UE después de las próximas elecciones?
El blog “Blighty” de The Economist señala que cualquier renegociación de las condiciones de la pertenencia del Reino Unido será “menor e implicará un alto precio diplomático”.
A Westminster le cuesta comprender el enorme proyecto político que se está gestando al otro lado del canal de la Mancha. Para Gran Bretaña, la relación con la UE es transaccional. Para las naciones que constituyen el núcleo de Europa, lo que lubrica el engranaje del compromiso es un sentimiento de destino común. De ahí el desconcierto entre los vecinos de Gran Bretaña. La noción de plantear exigencias rotundas y casi unilaterales no podría estar más lejos de las agendas de París, Berlín y Bruselas. Y sin embargo, el punto central del plan de Cameron es mantener a Gran Bretaña en la UE. No es de extrañar entonces que el plan parezca de lo más inestable.
James Kirkup, editor político adjunto en The Daily Telegraph, afirma que el discurso de Cameron vuelve a enfocar el proyecto europeo en un principio económico y basado en el mercado, algo que puede ser del agrado de Países Bajos, Suecia y Finlandia. Sin embargo, otros “no reaccionarán bien ante lo que interpretarán como un intento de chantaje por parte de un líder políticamente demasiado débil como para resistir a su propio partido”. Y añade que
Cameron sólo conseguirá renegociar las condiciones si el resto de la UE está de acuerdo. Por lo tanto, sí, es importante cómo interprete su discurso el resto de la UE, sobre todo Alemania. De hecho, puede determinar el destino de Cameron: cuanto más consiga progresar en su renegociación, a más integrantes de su partido convencerá en la campaña a favor de la UE en 2017. Así pues, Angela, tiene usted la palabra.